Rodney
Stark,
reputado doctor en Sociología y gran experto en Historia desmonta toda esta
leyenda negra contra la Iglesia. Y no lo hace por una cuestión personal puesto
que no es ni siquiera católico. Se basa en su búsqueda por la verdad y la
exactitud de los datos.
Stark
ha escrito cuarenta obras y obtuvo el doctorado por la Universidad de Berkeley (California),
en la que trabajó como investigador en el Survey Research Center y en el Center
for the Study of Law and Society. Más tarde fue profesor de Sociología y
Religión Comparada en la Universidad de Washington. Desde 2004 trabaja en la
Baylor University. Stark ha sido presidente
de la Society for the Scientific Study of Religion y de la Association for the
Sociology of Religion, y ha recibido numerosos premios
nacionales e internacionales por su eminente trabajo. Educado como luterano, se
ha identificado como agnóstico pero recientemente se autodenomina «cristiano
independiente».
En
su libro Falso Testimonio. Denuncia de siglos de historia
anticatólica (SalTerrae), Stark desmonta
las leyendas que durante siglos han lanzado contra la Iglesia Católica, y uno
de los capítulos lo dedica precisamente a la Inquisición.
La
verdadera realidad de la Inquisición
“El
informe estándar sobre la Inquisición española es en buena medida una sarta de mentiras, inventadas y
difundidas por propagandistas ingleses y holandeses en el siglo XVI,
coincidiendo con las guerras que estas dos naciones sostuvieron con España, y
repetidas desde entonces por historiadores maliciosos o mal informados
interesados en confirmar una imagen de España como nación de fanáticos
intolerantes”, afirma.
Stark
se basa en los estudios realizados por diferentes historiadores que analizaron
todos los archivos de las Inquisiciones de Aragón y Castilla: 44.674 casos entre los años 1540 y
1700.
Así,
por ejemplo, en la ciudad de Toledo, entre
1575 y 1610 se produjeron tan sólo doce autos de fe, en los que se presentaron
386 acusados. Y rara vez un auto de fe terminaba con la
entrega del reo a las autoridades civiles para su ejecución. Hubo de media en
esta importante ciudad un procedimiento de este tipo cada tres años en ese
periodo, lejos de las leyendas que hablaban de ejecuciones constantes en todo
el territorio.
¿Cuántos
muertos hubo en realidad? Según este experto los primeros 50 años de la
Inquisición, que no entraban en el estudio citado anteriormente, pudieron ser
los más sangrientos con una
cifra de ejecutados que podría llegar a 1.500, es decir, 30 al año. Pero
sobre este periodo, Stark asegura que faltan datos.
De
lo que hay mucha más información es del periodo que va de 1540 a 1700. En ese
tiempo de los
44.674 acusados fueron ejecutados 826 personas, un 1,8% del total,
es decir, poco más de 5 ejecuciones por año. Si se sumaran también las de los
primeros cincuenta años, entre 1480 y el 1700 se habrían llevado a cabo una
media de 10 ejecuciones anuales.
La
tortura, la imagen característica de la Inquisición
Pero
la leyenda negra no se quedó en la abultada cifra de muertos sino que la tortura es el gran signo
que representa a la Inquisición española. Aquí también Rodney
Stark enmienda la plana a estos historiadores y señala que “todos los
tribunales de Europa utilizaron la tortura, pero la Inquisición lo hizo en una medida mucho menor
que otros tribunales. En primer lugar, porque la legislación
eclesiástica limitaba la tortura a una sesión que no durase más de quince
minutos, y no podía ponerse en peligro ni la vida del reo, ni siquiera alguno
de sus miembros. ¡Tampoco podía derramarse sangre”. Esto no quita que aún con
estas limitaciones se pudiera hacer daño a los acusados, pero eran los propios
inquisidores los que dudaban de la eficacia de la tortura.
Thomas
Madden, director del Centro de Estudios Medievales y Renacentistas en la
Universidad de Saint Louis, ha calculado que los inquisidores españoles recurrieron a la tortura en aproximadamente
el 2 por ciento de todos los casos que pasaron por su
tribunales.
Es
más, muchos estudiosos coinciden en que las cárceles de la Inquisición fueron
con mucho las más confortables y humanas de Europa. Madden afirma, según recoge
Stark, que en la documentación aparecen casos curiosos de “criminales que en España decidían
blasfemar a propósito para que los trasladasen a cárceles de la Inquisición”.
La
quema de brujas
Stark
también analiza otro punto que ha dado mucho juego al cine y la literatura:
la quema de
brujas. En su opinión, “entre las estadísticas históricas
tal vez ningunas hayan sido tan ofensivamente infladas como las que se refieren
al número de personas ejecutadas como brujas entre aproximadamente los años
1450 y 1700”.
Aunque
se reconoce que los protestantes quemaron a numerosas mujeres acusadas de
bruja, son muchos los historiadores que han colocado a la Inquisición
nuevamente como líder en este campo. Pero ni las cifras de quemas de brujas son tantas en el
ámbito protestante, ni la Inquisición mantuvo un liderazgo en estos casos.
El
historiador William Monter, experto en esta materia, afirmó que en el periodo
en el que la caza de brujas alcanzó su cota más alta en la mayor parte de
Europa (1540-1640), la Inquisición de Aragón sólo ejecutó a doce personas por superstición y
brujería.
Por
su parte, otro historiador como era Henry C. Lea, abiertamente anticatólico,
reconoció que la
caza de brujas “se había llevado a cabo de forma comparativamente inocua” en
España, y que esto “se había debido a la sabiduría y firmeza de
la Inquisición”.
La
quema de libros es otra de las acusaciones recurrentes contra la Inquisición.
Es cierto que se quemaron algunos libros. Afirma Stark que muchos de éstos
“contenían herejías teológicas –por ejemplo doctrinas luteranas-, pero entre
los libros quemados hubo muy pocos –o tal vez ninguno- de carácter científico. Los españoles nunca incluyeron
las obras de Galileo en su lista de libros prohibidos”.
Lo
que llama la atención a este historiador es que la mayoría de los libros que fueron
quemados “eran considerados pornográficos. Por lo visto, aunque
los primeros libros impresos fueron Biblias y libros de oración, los impresores
no tardaron en descubrir la existencia de un activo –aunque clandestino-
mercado de literatura obscena”.
Fuente: Una-realidad-muy-distinta-de-la-leyenda-negra-de-la-santa-inquisicion/