Decía el Padre Pío, un santo estigmatizado que entre otras cosas tenía el don de bilocarse en dos sitios a la vez y a través del cual el Espíritu hacía tremendos milagros, que la madre es el mar que tenemos que atravesar para llegar a Jesús.
Si me pregunto a través de quien nos dió el Señor, a Nuestro Cristo Jesús, la respuesta brota con el mismo fulgor de revelación por la cual el Padre Pío afirmó lo anterior: Jesús nos llega a través de María.
Jesús no viene caído del cielo de pronto o sabe Dios de donde, como Melquisedec, sino que Dios instaura al Cristo dentro de una familia, porque es como quiere que sea esta el motor de la vida espiritual en el mundo. Así mismo sin el Padre ni la Madre no podemos llegar a Jesucristo.
La Madre siempre está ahí, como estuvo a los pies de Jesuscristo cuando El padecía en la cruz para darse, para darnos el camino. La Madre siempre está dispuesta a parir para ti, a poner sus entrañas a tu disposición, a darse en la naturaleza, siempre dando, alimentándonos con sus frutos, sus granos, sus brotes...
Honra y si es preciso pide perdón o perdona a la madre que te llevó en su vientre, bendice a la Madre Tierra Pachamama y encomiendate a tu Madre Espiritual María.
En todas las culturas está representada la Divina Madre. No hay unidad familiar sin trinidad, ni habrá hermandad mientras falte uno de estos: Padre, Madre e Hijo.
La Madre siempre nos espera con los brazos abiertos. Si esto es para tí, acercate ahora a ella que nunca es tarde.
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