El Camino a PARAMA PURUSHA es LA ENTREGA; y EL ENCUENTRO se da cuando te importa más el otro.
La DEVOCION DEL ENAMORADO junto a la EMOCIÓN de sentirte AMADO es la hoguera donde arde EL FUEGO del ESPIRITU.
El Yoga de JESUS contiene el último entendimiento Advaita, la última Iluminación Vipassana. Todo está en ÉL.
"NIEGUESE a sí mismo" ¿Todavía mandas TU en SU casa? No le busques ... no está perdido ni ahí fuera, "eres" ÉL QUE ES y olvídate de tí, solo Sé eso que buscas... sucede, no identificar, no conceptuar, juzgar o limitar... no es YO SOY desde ese ego... sencillamente "YO SOY" es LO QUE YO SOY
Salí de la New Age por su afán en el YO y ascender, cuando la perfección viene al revés (Dios se hace hombre, es Su Gran Obra) EL REINO DE DIOS vuelve a la Tierra.
Este blog es foto de una evolución... tantos caminos recorridos y al final todo cedió ante la Omnipresencia y Omnipotencia del ESPIRITU SANTO y el Supremo Nombre de JESUS. ... ¡¡¡ Hasta los muertos siguen resucitando hoy A SU NOMBRE... GLORIA !! Maranata!

27 octubre 2023

VARIAS FORMAS DE ESTAR CON EL ESPÍRITU

Los templos o sinagogas eran casas de Dios. Y en el designado por El, moraba su Ley o Palabra (Cristo mismo) de forma física. Todo el A.T. va de cosas materiales, físicas, palpables. Luego Jesús siendo en N.T. nos trae el
Espíritu. Lo espiritual, la "herramienta" necesaria para llegar al Padre. El Espíritu Santo, y ese lo trae Jesús. Dios lo quiso así para enseñarnos como se hace para llegar a El, es decir El Camino (Jesús).


Jesús dijo que tenía que morir para que viniese el Espíritu Santo. 

Evidentemente podía haberlo mandado Dios antes. Que nos quiere enseñar con eso?. Que el hombre de carne, material, de ideas palpables normalizadas, inflexibles y cuadradas encajadas en dogmas, conceptos y limitado por tanto, debía de morir y con el TODAS SUS COSTUMBRES. Nacer de nuevo del Espíritu.


Los apóstoles con Jesús predicaban con Presencia pero no tenían el Espíritu Santo. Esto es lo que nos creemos hoy día los cristianos que tenemos el Esp.Sto. siempre con nosotros pero no es así... hay matices, hablo de la manifestación de Su Presencia.

Tenemos a Jesús y el Espíritu Santo tiene que venirte, (viene solo a SUS HIJOS para siempre Juan 14: 16-17 pero aunque diga eso ojo que también se puede retirar por profanador como le pasó a Saúl, y aún así algo queda, no sean inflexibles cuando lean, aprendan del conjunto). Lo tienes que clamar, llorar, implorar, NECESITAR. Y cuando venga entonces tu (ahora SU) Palabra tiene poder. Porque el Espíritu Santo ES PARA PREDICAR Y CUMPLIR EXACTAMENTE LO QUE DIOS DIGA. Sino solo Dios sabe el poder de TU Una cosa es tener al Espíritu Santo e incluso gozarse su Presencia en las alabanzas etc... otra diferente es al estilo de Jesús, tal y como le Dijo Dios Padre a Juan el Bautista... a quien veas que recibe el Espíritu Santo y PERMANECE. 

Eso es lo que necesita el enamorado que habla de su amado a otros porque no puede callar, EL ESPÍRITU SANTO QUE PERMANECE, LA UNCIÓN, porque es para predicar la Salvación, EL EVANGELIO DE LA CRUZ, a JESÚS.


Con el Espíritu Santo COMIENZA LA VERDADERA IGLESIA (recuerden
Pentecostés Hechos 2) Los templos vivos (1 Cor 6:19). Los anteriores de piedra se los cargaron los ejércitos de Babilonia (2 Reyes: 25: 8-9) igual que hoy la Masonería y satanismo se han colado en el Vaticano. Recuerden SIEMPRE que la cabeza de la Iglesia es CRISTO. no hay otro, ni vicario, ni papa. No es bicéfala. A Dios lo que es de Dios.
Desde el momento en que crees en el evangelio el Espiritu Santo se acerca a tu corazón y te ronda pero lo que quiere realmente es quedarse a vivir en SU TEMPLO. Para la Gloria de Dios sean nuestras vidas.
 

Cuando muero a mis deseos, muero como Jesús en mi cruz,
entonces viene el Espíritu para dar vida a otros, a la iglesia y eso si se cuida (planta que hay que regar) se multiplica.
 

Juan 19: 30
Con la muerte de Jesús, Dios rasgó el velo del templo, el que separaba al santísimo de su pueblo. Ahora su morada no sería un sagrario en una casa, sino el corazón del hombre que lo cree a El.
 

No necesita templos mi alma. Mi mente si, mi Espíritu no.
Otra cosa es que yo quiera reunirme en asamblea y honrarle escuchar su Palabra... pero IMPORTANTE como lo viven con los que me estoy reuniendo, son auténticos? o de aparentar santidad.
 

Para Dios aparentar es engañar. Lo contrario a La Verdad por eso la detesta y todos caemos en ella en uno u otro momento OJO.
 

Lo ultimo, no se si lo entenderán...: a Dios le encanta tu carácter, te ama tal y como te hizo, le gustas NATURAL, TAL CUAL no quiere que cambies en lo natural, le desagrada que cambies tu NATURALEZA. Quiere hacer su obra contigo y te ama como pecador/a pero quiere quitarte las mochilas que traes, ese lastre pesa y estorba al plan que tiene para ti.

Siempre hay aguas profundas, te puedes mojar los tobillos, bañarte, sumergirte o hacer sumarinismo de inmersión.

Dios prefiere no hacer las cosas solo, sino con nosotros.

Al llegar el momento en que El Señor ya ha decidido algo, nos motiva a que oremos por eso. Todo lo hace con nosotros. Cuando vamos a orar por otras almas es el Señor quien nos mueve a ello, no nos creamos que somos nosotros. Sin El no hacemos nada bueno.

Lo bueno siempre viene de El, lo malo viene por ausencia de su Presencia. Cuando hay Luz verdadera (EL), todo lo cercano que no está en esa frecuencia, no puede operar. 

Y siendo Él Bueno, su propia creación lo despreció y prefirió a Barrabás, al malo.

Esa Luz verdadera es atraida cuando nos ponemos en su Presencia. Cuanto más en su Presencia, más Luz.
 

Bendiciones

22 octubre 2023

LIBRO HEBREO DE HENOC


LIBRO HEBREO DE HENOC
                   (Sefer Hekalot)
                          
                          
                                    
                          ÍNDICE
        
        Yismael asciende al cielo para contemplar la visión del carro divino («merkabah»).
        Metatrón se hace cargo de él
        CAPÍTULO 1. ................................................................................................................. 1
        Las clases más altas de ángeles indagan acerca de Rabí Yismael.                      
        Metatrón les responde
        CAPÍTULO 2. ................................................................................................................. 2
        Metatrón tiene setenta nombres, pero Dios le llama «joven»
        CAPÍTULO 3. ................................................................................................................. 2
        Metatrón es el propio Henoc que fue trasladado al cielo en la época del diluvio
        CAPÍTULO 4. ................................................................................................................. 3
        La idolatría de la generación de Enós es la causa de que Dios retire su «Sekinah»       
        de la tierra.  Azzah, Uzzah y Azzael ayudan a los idólatras
        CAPÍTULO 5. ................................................................................................................. 4
        Henoc es elevado al cielo junto con la «Sekinah». Las protestas de los ángeles son
        contestadas por Dios
        CAPÍTULO 6. ................................................................................................................. 5
        Henoc es elevado sobre las alas de la «Sekinah» al lugar del trono, de la «merkabah»
        y de las huestes angélicas
        CAPÍTULO 7. ................................................................................................................. 6
        Las puertas de los tesoros del cielo se abren para Metatrón
        CAPÍTULO 8. ................................................................................................................. 6
        Henoc recibe bendiciones del Altísimo es adornado con atributos angélicos
        CAPÍTULO 9. ................................................................................................................. 7
        Dios coloca a Metatrón en un trono a la puerta del séptimo palacio y anuncia a través
        del heraldo que Metatrón es en lo sucesivo el representante de Dios y gobernador  
        sobre todos los príncipes de los reinos y todos los seres celestiales, salvo los ocho  
        altos príncipes llamados por el nombre de Jehová, su rey
        CAPÍTULO 10. ............................................................................................................... 7
        Dios revela todos los misterios y secretos a Metatrón
        CAPÍTULO 11. ............................................................................................................... 8
        Dios viste a Metatrón con un vestido de gloria, pone una corona real en su cabeza        
        y le llama «Jehová menor»
        
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                           I
        CAPÍTULO 12. ............................................................................................................... 8
        Dios escribe con una pluma de fuego sobre la corona de Metatrón las letras       
        cósmicas por las que cielos y tierra fueron creados
        CAPÍTULO 13. ............................................................................................................... 9
        Todos los más altos príncipes, los ángeles de los fenómenos naturales y los ángeles
        planetarios y siderales temen y tiemblan a la vista de Metatrón coronado
        CAPÍTULO 14. ............................................................................................................... 9
        Metatrón transformado en fuego
        CAPÍTULO 15. ............................................................................................................. 10
        (Fragmento adicional. Ascensión de Moisés)  
        CAPÍTULO 15 B. ......................................................................................................... 10
        Elisa ben Abuya (Aher) cae en la herejía al contemplar a Metatrón sobre su trono.      
        El ángel es castigado por ello
        CAPÍTULO 16. ............................................................................................................. 11
        Los príncipes de los siete cielos, del sol, la luna, planetas y estrellas y sus séquitos
        angélicos
        CAPÍTULO 17. ............................................................................................................. 11
        La jerarquía angélica y el homenaje que reciben los ángeles de rango superior           
        por parte de los inferiores
        CAPÍTULO 18. ............................................................................................................. 13
        Rikbiel, el príncipe de las ruedas de la «merkabah». Los que rodean la «merkabah».  
        La conmoción entre las huestes angélicas en el momento de recitar la «qedussah»
        CAPÍTULO 19. ............................................................................................................. 16
        Jayyliel, el príncipe de las «hayyot»
        CAPÍTULO 20. ............................................................................................................. 17
        Las «hayyot»
        CAPÍTULO 21. ............................................................................................................. 17
        Kerubiel el príncipe de los querubines. Descripción de los querubines
        CAPÍTULO 22. ............................................................................................................. 18
        (Fragmento adicional. Descripción del mundo del trono de la gloria)  
        CAPÍTULO 22 B. ......................................................................................................... 19
        (Fragmento adicional. Descripción del mundo del trono)  
        CAPÍTULO 22 C. ......................................................................................................... 20
        
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                           II
        Los vientos que soplan «bajo las alas de los querubines» ............................................. 21
        CAPÍTULO 23. ............................................................................................................. 21
        Los diferentes carros («merkabot») de Dios ................................................................. 23
        CAPÍTULO 24. ............................................................................................................. 23
        Ofanniel, el príncipe de los «ofannim». Descripción de los «ofannim»
        CAPÍTULO 25. ............................................................................................................. 24
        Serafiel, el príncipe de los serafines. Descripción de los serafines
        CAPÍTULO 26. ............................................................................................................. 25
        Radweriel, el guardián del libro de los recuerdos
        CAPÍTULO 27. ............................................................................................................. 27
        Los «irin» y «qaddisin»
        CAPÍTULO 28. ............................................................................................................. 27
        Descripción de una clase de ángeles
        CAPÍTULO 29. ............................................................................................................. 28
        Los setenta y dos príncipes de los reinos y el príncipe del mundo actuando ante el
        tribunal supremo del cielo
        CAPÍTULO 30. ............................................................................................................. 28
        La justicia, la misericordia y la verdad están junto al trono del juicio
        CAPÍTULO 31. ............................................................................................................. 29
        El cumplimiento de la sentencia contra el malvado. La espada de Dios
        CAPÍTULO 32. ............................................................................................................. 29
        Los ángeles de misericordia, de paz y destrucción junto al trono del juicio.               
        Los escribas. Los ángeles que están junto al trono de la gloria y los ríos de fuego
        CAPÍTULO 33. ............................................................................................................. 30
        Los diferentes círculos concéntricos que hay alrededor de las «hayyot»
        CAPÍTULO 34. ............................................................................................................. 30
        Los campamentos de los ángeles en el firmamento de Arabot. Los ángeles recitan       
        la «qedussah»
        CAPÍTULO 35. ............................................................................................................. 31
        El baño de los ángeles en el río de fuego antes de recitar el «cántico»
        CAPÍTULO 36. ............................................................................................................. 32
        Los cuatro campamentos de la «Sekinah» y sus alrededores ........................................ 32
        CAPÍTULO 37. ............................................................................................................. 32
        
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                           III
        El temor que sobrecoge a los cielos al sonido del «Santo» hasta que el príncipe del
        mundo los calma
        CAPÍTULO 38. ............................................................................................................. 32
        Los nombres inefables vuelan desde el trono y las diversas huestes angélicas               
        se postran ante ellos en el momento de la «qedussah»
        CAPÍTULO 39. ............................................................................................................. 33
        Los ángeles servidores son recompensados con coronas cuando dicen «Santo»
        correctamente, y castigados con fuego devorador si no lo hacen. Nuevos ángeles
        creados en lugar de los consumidos por el fuego
        CAPÍTULO 40. ............................................................................................................. 33
        Metatrón muestra a Rabí Yismael las letras grabadas sobre el trono de la gloria
        CAPÍTULO 41. ............................................................................................................. 34
        Ejemplos de cosas opuestas que se equilibran por algunos nombres divinos y otras
        maravillas similares
        CAPÍTULO 42. ............................................................................................................. 34
        Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus de los justos que aún no han sido  
        creados y los creados que retornaron
        CAPÍTULO 43. ............................................................................................................. 35
        Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus de los malvados y de los intermedios    
        en el «seol». Los patriarcas oran por la liberación de Israel
        CAPÍTULO 44. ............................................................................................................. 36
        Metatrón muestra a Rabí Yismael los acontecimientos pasados y futuros
        CAPÍTULO 45. ............................................................................................................. 37
        Rabí Yismael observa las estrellas
        CAPÍTULO 46. ............................................................................................................. 38
        Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus de los ángeles castigados
        CAPÍTULO 47. ............................................................................................................. 39
        Metatrón enseña a Rabí Yismael la mano derecha de Dios
        CAPÍTULO 48 A. ......................................................................................................... 40
        Los nombres divinos que salen del trono de la gloria
        CAPÍTULO 48 B .......................................................................................................... 41
        Henoc transformado en Metatrón y los privilegios que le son concedidos
        CAPÍTULO 48 C .......................................................................................................... 41
        
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                           IV
        Los nombres de Metatrón. Los tesoros de sabiduría que se abrieron para Moisés en     
        el monte Sinaí. Protesta de los ángeles contra Metatrón por revelar los secretos             
        a Moisés. La cadena de la tradición y el poder para curar enfermedades de los  
        misterios transmitidos
        CAPÍTULO 48 D .......................................................................................................... 43
        
        
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                           V
             LIBRO HEBREO DE HENOC
                   (Sefer Hekalot)
       
                       «Henoc caminó en compañía de Dios y después
                       desapareció, porque Dios se lo llevó»
                                     (Génesis 5,24)
       
       
             Yismael asciende al cielo para contemplar la visión  
           del carro divino («merkabah») Metatrón se hace cargo de él
      CAPÍTULO 1.
         1 Dijo Rabí Yismael: Cuando ascendí a lo alto para contemplar la visión de la
      merkabah, fui introducido en los seis palacios que están uno dentro del otro;
         2 tan pronto como alcancé la puerta del séptimo palacio, comencé a orar ante el
      Santo, bendito sea, y, dirigiendo hacia arriba la mirada, dije:
         3 «Señor del mundo, te ruego que, en esta hora, hagas válido para mí el mérito de
      Aarón ben Amram, que amaba la paz y perseguía la paz, el cual recibió de tu gloria la
      corona del sacerdocio en el monte Sinaí, para que Quesfiel, el príncipe, y los ángeles que
      están con él no tengan poder sobre mí ni me arrojen de los cielos».  
         4 Inmediatamente me asignó el Santo, bendito sea, a Metatrón su siervo, el ángel,
      el  príncipe  de  la  presencia,  el  cual  extendió  sus  alas  y  con  gran  alegría  salió  a  mi
      encuentro para librarme del poder de aquéllos.  
         5 Ante sus propios ojos me tomó de la mano y me dijo:
      ―Entra en paz ante rey Altísimo y excelso para contemplar la imagen de la merkabah.  
         6 Entonces penetré en el séptimo palacio y él me condujo al campamento de la
      Sekinah y me colocó ante el Santo, bendito sea, para contemplar la merkabah.  
         7 En cuanto me divisaron, los príncipes de la merkabah y los serafines llameantes
      fijaron su mirada en mí. A causa del aspecto fulgurante de sus ojos y de la esplendorosa
      imagen de sus rostros fui en seguida presa de temblores y estremecimientos, perdí el
      equilibrio y quedé aletargado hasta que el Santo, bendito sea, los amonestó diciendo:
         8 ―Siervos míos, mis serafines, mis querubines y mis ofannim, velad vuestros
      ojos  ante  Yismael,  mi  hijo,  mi  amado  y  mi  gloria,  para  que  deje  de  temblar  y
      estremecerse.
         9 Al punto llegó Metatrón, el príncipe de la presencia, y, devolviéndome el aliento,
      me puso en pie.
         10 Pero hasta que transcurrió una hora no tuve aún fuerza para entonar un cántico
      ante el trono de la gloria del rey glorioso, el más poderoso de todos los monarcas, el más
      excelso de todos los soberanos.
       
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                        1
       
         11 Pasada una hora, el Santo, bendito sea, abrió para mí las puertas de la Sekinah,
      las puertas de la paz, las de la sabiduría, las del poder, las puertas del lenguaje (dibbur),
      las de la poesía, las puertas de la santidad (qedussah) y las del cántico.
         12 Iluminó mis ojos y mi corazón con expresiones de salmo (tehillah), loa (sebap),
      júbilo (rinnah), acción de gracias (todah), cántico (zimrah) y glorificación (peer), himno y
      proclamación del poder de Dios. Cuando abrí la boca y entoné un cántico de alabanza
      ante el Santo, bendito sea, respondieron a continuación las hayyot santas, que están por
      debajo y por encima del trono de la gloria, diciendo:  
      ―Santo, santo, santo, bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
       
                Las clases más altas de ángeles indagan  
              acerca de Rabí Yismael. Metatrón les responde
      CAPÍTULO 2.
         1 Dijo Rabí Yismael: Entonces las águilas de la merkabah, los ofannim llameantes
      y los serafines de fuego devorador interrogaron a Metatrón diciéndole:
         2 Joven, ¿por qué razón permites a un nacido de mujer que venga y contemple la
      merkabah? ¿A qué nación y tribu pertenece? ¿Cuál es su condición?
         3 Metatrón respondió del siguiente modo:
      ―Pertenece al pueblo de Israel, al cual eligió el Santo, bendito sea, de entre setenta
      naciones para ser su pueblo; es de la tribu de Leví, a la que corresponde realizar la
      ofrenda alzada (terumah) en su nombre, y de la estirpe de Aarón, al que escogió el Santo,
      bendito  sea,  para  ejercer  su  ministerio  y  a  quien  por  sí  mismo  ciñó  la  corona  del
      sacerdocio en el Sinaí.
         4 Inmediatamente hablaron ellos:
      ―En verdad es digno de contemplar la merkabah.
      Y añadieron:
      ―«¡Dichoso el pueblo que esto tiene!» (Salmos 144,15).
       
                 Metatrón tiene setenta nombres,
                   pero Dios le llama «joven»
      CAPÍTULO 3.
         1 Dijo Rabí Yismael: En aquel momento pregunté a Metatrón el ángel, el príncipe
      de la presencia: ―¿Cómo te llamas?
         2 Me respondió:
      ―Tengo setenta nombres, que corresponden a las setenta lenguas existentes en el mundo,
      y todos ellos están basados en el nombre de mi rey, el Santo, bendito sea, pero mi rey me
      llama «joven».
       
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                        2
       
       
                  Metatrón es el propio Henoc  
              que fue trasladado al cielo en la época del diluvio
      CAPÍTULO 4.
         1 Dijo Rabí Yismael: Pregunté a Metatrón:
      ―¿Por qué eres llamado con el nombre de tu creador, (por qué) con setenta nombres? Y
      siendo tú el más grande de todos los príncipes, el más elevado de todos los ángeles, el
      más amado entre los siervos, el más honorable entre los ejércitos y el más excelso de
      todos  los  poderosos  en  cuanto  a  realeza,  magnificencia  y  gloria,  ¿por  qué  te  llaman
      «joven» en los altos cielos?
         2 Respondió diciéndome:
      ―Porque soy Henoc ben Yared.
         3  Cuando  la  generación  del  diluvio  pecó  ―pues  con  sus  obras  se  habían
      corrompido― diciendo a Dios: «Apártate de nosotros, que no queremos saber de tus
      caminos» (Job 21,14), entonces el Santo, bendito sea, me sacó de entre ellos para que
      sirviera de testigo contra ellos ante todos los habitantes del mundo a fin de que no digan:
      «El misericordioso es cruel,
         4 pues qué pecado cometieron todas aquellas multitudes, sus mujeres, sus hijos y
      sus hijas, sus caballos y sus mulos, sus ganados y haciendas, y todas las aves que en el
      cielo había; todo lo cual hizo desaparecer del mundo el Santo, bendito sea, por medio de
      las aguas del diluvio juntamente con ellos»; y para que tampoco digan: «Aunque pecaron
      los  de  la  generación  del  diluvio,  ¿qué  pecado  cometieron  las  bestias  y  las  aves  para
      perecer junto con ellos?».
         5 Por esta razón el Santo, bendito sea, me hizo ascender a los altos cielos mientras
      ellos aún vivían, y ante sus propios ojos, para que sirviera de testigo contra ellos en el
      mundo futuro, y me nombró príncipe y soberano entre los ángeles servidores.
         6 Entonces se presentaron tres de los ángeles servidores, Uzzah, Azzah y Azzael, y
      expusieron cargos contra mí en los altos cielos. Dijeron ante el Santo, bendito sea:
      ―¿Acaso los  más  antiguos  no  manifestaron  convenientemente  ante  ti:  «no  crees  al
      hombre aún»?
      Contestó el Santo, bendito sea, diciéndoles:
      ―«Yo lo he hecho y lo seguiré llevando, lo sostendré y libraré» (Isaías 46,4).
         7 Tan pronto como me vieron, dijeron ante él:
      ―¡Señor del universo!, ¿cuál es la condición de éste que ha subido hasta lo más alto?
      ¿No es acaso uno de los descendientes de aquellos que perecieron en los días del diluvio?
      ¿En calidad de qué está en el firmamento (raqia)?
         8 De nuevo el Santo, bendito sea, replicó diciéndoles:
       
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                        3
       
      ―Y ¿cuál es vuestra condición para que entréis a hablar conmigo? Yo me complazco en
      éste más que en todos vosotros, de modo que será príncipe y jefe sobre vosotros en los
      altos cielos.
         9 Al punto se enderezaron y salieron a mi encuentro; se prosternaron ante mí y
      dijeron:
      ―Dichoso tú y dichosos los que te engendraron, pues tu creador ha puesto en ti su
      complacencia.
      y ya que soy el menor y más joven entre ellos en días, meses y años por eso me llaman
      «joven».
       
              La idolatría de la generación de Enós es la causa
               de que Dios retire su «Sekinah» de la tierra.  
               Azzah, Uzzah y Azzael ayudan a los idólatras
      CAPÍTULO 5.
         1 Dijo Rabí Yismael: Metatrón, el príncipe de la presencia, me dijo:
      ―Desde el día en que el Santo, bendito sea, expulsó al primer hombre del jardín de Edén,
      la Sekinah moraba sobre un querubín bajo el árbol de la vida
         2  y  los  ángeles  servidores  se  agrupaban  e  iban  bajando  desde  el  cielo  en
      destacamentos,  desde  el  firmamento  en  compañías,  desde  el  cielo  en  batallones  para
      cumplir su voluntad en el mundo entero.
         3 El primer hombre y su generación se asentaron junto a la puerta del jardín de
      Edén para contemplar la imagen radiante del resplandor de la Sekinah.
         4 Pues tal resplandor recorría el mundo de uno a otro confín siendo 365000 veces
      mayor que el del globo del sol; yen quien se beneficiaba de ese resplandor de la Sekinah
      no quedaba mosca ni mosquito, ni enfermaba ni padecía, ningún espíritu maligno tenía
      poder sobre él, ni podía causarle daño,  y no sólo eso, sino que tampoco los ángeles
      podían dominarlo.
         5 Cuando el Santo, bendito sea, salía y entraba del jardín a Edén, de Edén al jardín,
      del  jardín  al  firmamento  (raqia),  del  firmamento  al  jardín  de  Edén,  entonces  todos
      contemplaban el resplandor de la imagen de su Sekinah, y nadie sentía daño alguno;
         6 hasta que aparecieron los pertenecientes a la generación de Enós, que fue el
      cabecilla de todos los idólatras que en el mundo han sido.
         7 Y ¿qué hicieron los de la generación de Enós? Recorrer el mundo de extremo a
      extremo, transportando cada uno plata, oro, piedras preciosas y perlas en montones como
      montañas y colinas para convertirlos en ídolos en los cuatro puntos cardinales. Erigieron
      ídolos en cada rincón del mundo con una medida de mil parasangas.
         8 E hicieron descender al sol y a la luna, a planetas y estrellas y los colocaron ante
      (los ídolos) ―a su derecha y a su izquierda― para que los sirvieran del mismo modo que
       
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      habían atendido al Santo, bendito sea, pues se ha dicho: «Todo el ejército celeste estaba
      en pie junto a él, a derecha e izquierda» (1 Reyes 22,19).
         9 Y ¿qué poder tenían para hacerlos descender? Ellos no habrían podido hacerlo si
      Azzah, Uzzah y Azzael no les hubieran enseñado sortilegios capaces de hacerlos bajar y
      los hubieran utilizado. De no haber sido así, no habrían podido hacerlos descender.
         10 Entonces los ángeles servidores presentaron cargos contra ellos ante el Santo,
      bendito sea, diciendo ante él:
      ―¡Señor del universo! ¿Qué te pasa con los hombres?, pues se ha dicho: «¿Qué es el
      hombre (enos) para que de él te acuerdes, (y el ser humano (ben adam) para que te ocupes
      de él)» (Salmos 8,5). No se dice aquí ma adam, sino ma enos, porque él (Enós) es la
      cabeza de los Idolatras.
         11 ¿Por qué has dejado lo más elevado de los altos cielos, la morada de tu glorioso
      nombre y el excelso y elevado trono que  está en lo alto de Arabot,  y has venido  a
      pernoctar con los hijos del hombre que adoran a los ídolos y a ellos te han igualado?
      Ahora tu estas en la tierra y los ídolos también.
         12 ¿En calidad de qué estás tú entre los moradores de la tierra que adoran a los
      ídolos?
         13 De inmediato el Santo, bendito sea, aparto su Sekinah de la tierra, de entre
      ellos.
         14 Entonces se presentaron los ángeles servidores, las tropas de los ejércitos y las
      fuerzas armadas de Arabot ―mil batallones y diez mil ejércitos― y, portando trompetas
      y con cuernos (sofarot) en las manos rodearon a la Sekinah con toda clase de cánticos.
      Subió él a los altos cielos, pues se ha dicho: «Dios asciende entre aclamaciones, el Señor,
      al son de las trompetas» (Salmos 47,6).
       
              Henoc es elevado al cielo junto con la «Sekinah».
             Las protestas de los ángeles son contestadas por Dios
      CAPÍTULO 6.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando el Santo, bendito sea, deseó elevarse a lo alto, envió primero a Anafiel Jehová,
      el príncipe, y éste me tomó de entre ellos ante sus propios ojos y me transportó con gran
      gloria sobre un carro de fuego con caballos de fuego, servidores de gloria, haciéndome
      subir así con la Sekinah a los altos cielos.
         2 Tan pronto como alcancé los altos cielos, las santas Hayyot, los ofannim, los
      serafines, los querubines, las ruedas (galgallim) de la merkabah y los ministros de fuego
      devorador  percibieron  mi  olor  desde  lejos,  a  una  distancia  de  365000  parasangas,  y
      dijeron:
       
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      ―¿Qué olor a nacido de mujer y qué sabor de gota blanca es éste que asciende a lo alto?
      ¿Acaso hay un mosquito entre los que «dividen llamas de fuego»? (Salmos 29,7).
         3 Respondió el Santo, bendito sea, diciéndoles:
      ―¡Siervos míos, ejércitos míos: mis querubines, mis ofannim, mis serafines!, ¡no toméis
      a mal este asunto! Ya que todos los hijos del hombre han renegado de mí y de mi gran
      reino, pues se han ido a adorar a los ídolos, he apartado mi Sekinah de entre ellos y la he
      ascendido a lo alto. Y éste que he tomado de en medio de ellos es un elegido entre los
      habitantes del mundo y vale lo que todos ellos juntos en lo que a fe, rectitud y capacidad
      de acción respecta. Lo he tomado como tributo mío en mi mundo de debajo de todos los
      cielos.
       
              Henoc es elevado sobre las alas de la «Sekinah»  
                 al lugar del trono, de la «merkabah»  
                   y de las huestes angélicas
      CAPÍTULO 7.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando me tomó de entre los pertenecientes a la generación del diluvio, el Santo,
      bendito sea, me hizo ascender en las alas del viento de la Sekinah al firmamento (raqia)
      altísimo  y  me introdujo en los grandes palacios que están en alto del firmamento de
      Arabot, donde se encuentran el glorioso trono de la Sekinah, la merkabah, las tropas de la
      cólera,  los  ejércitos  del  furor,  los  sinanim  de  fuego,  los  llameantes  querubines,  los
      ofannim  ardientes,  los  ministros  llameantes,  los  hasmallim  relampagueantes  y  los
      radiantes serafines. Y allí me colocó para atender día tras día al trono de la gloria.
       
            Las puertas de los tesoros del cielo se abren para Metatrón
      CAPÍTULO 8.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
      ―Antes de designarme para atender el trono de la gloria, el Santo, bendito sea, abrió para
      mí trescientas mil puertas de inteligencia, trescientas mil puertas de prudencia, trescientas
      mil puertas de vida trescientas mil puertas de «favor y gracia» (hen wa-hésed), trescientas
      mil puertas de amor, trescientas mil puertas de Torá, trescientas mil puertas de humildad,
      trescientas  mil  puertas  de  manutención,  trescientas  mil  puertas  de  misericordia,
      trescientas mil puertas de temor de Dios.
         2 Entonces el Santo, bendito sea, me añadió sabiduría sobre sabiduría, inteligencia
      sobre  inteligencia,  prudencia  sobre  prudencia  conocimiento  sobre  conocimiento,
      misericordia sobre misericordia, Torá sobre Torá, amor sobre amor, benevolencia sobre
      benevolencia, bondad sobre bondad, humildad sobre humildad, poder sobre poder, fuerza
      sobre  fuerza,  vigor  sobre  vigor,  esplendor  sobre  esplendor,  belleza  sobre  belleza,
       
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      hermosura sobre hermosura. Fui honrado y adornado con todas estas cualidades buenas y
      dignas de loa más que todos los hijos de los cielos.
       
                Henoc recibe bendiciones del Altísimo  
                 es adornado con atributos angélicos
      CAPÍTULO 9.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
      ―Después de (concederme) todas esas cualidades, puso el Santo, bendito sea, su mano
      sobre mí y me bendijo con 5360 bendiciones.
         2 Crecí y aumenté de tamaño tanto como lo que mide el mundo a lo ancho y a lo
      largo.
         3 El hizo que me salieran setenta y dos alas, treinta y seis a un lado y treinta y seis
      al otro, siendo cada una de las alas como el contenido del mundo.
         4 Fijó en mí 365000 ojos, y cada uno de ellos era como la luminaria mayor.
         5 y ningún tipo de esplendor, brillo, hermosura o belleza que se encuentre en todas
      las luces del universo dejó él sin fijar en mí.
       
       Dios coloca a Metatrón en un trono a la puerta del séptimo palacio y anuncia a
        través del heraldo que Metatrón es en lo sucesivo el representante de Dios y
      gobernador sobre todos los príncipes de los reinos y todos los seres celestiales, salvo
          los ocho altos príncipes llamados por el nombre de Jehová, su rey
      CAPÍTULO 10.
         1 Dijo Rabí Yismael: «Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
      ―Todas estas cosas realizó para mí el Santo, bendito sea: me hizo un trono similar al
      trono de la gloria y extendió sobre mí una cortina de esplendor y brillante apariencia, de
      belleza, gracia y merced, semejante a la cortina del trono de la gloria, en la que todas las
      clases de luminarias que hay en el mundo fueron fijadas.
         2 Colocó el trono junto a la puerta del séptimo palacio y me hizo sentar en él.
         3 Y en cada uno de los cielos salió el heraldo para proclamar acerca de mí: «Este
      es Metatrón, mi siervo, al que he colocado como príncipe y soberano sobre todos los
      príncipes de mi reino y sobre todos los hijos del cielo, a excepción de los ocho grandes
      príncipes, los honorables y temibles, que son llamados Jehová, por el nombre de su rey.
         4 Todo ángel y todo príncipe que tenga algo que decir ante mí, que vaya ante él y
      se lo diga a él.
         5 Y toda palabra que él os diga en mi nombre, la observaréis y la cumpliréis.
       
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      Porque he encomendado al príncipe de la sabiduría y al príncipe del entendimiento que lo
      instruyan en la sabiduría de las cosas celestiales y de las terrenales, en la sabiduría de este
      mundo y en la del mundo venidero.
         6 Además he puesto a su cargo todos los tesoros de los palacios de Arabot y todos
      los depósitos de vida que tengo en los altos cielos.
       
             Dios revela todos los misterios y secretos a Metatrón
      CAPÍTULO 11.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―El Santo, bendito sea, me reveló desde entonces todos los misterios de la Torá, todos
      los  secretos  de  la  sabiduría  y  todas  las  profundidades  de  la  ley  perfecta;  todos  los
      designios del corazón de las criaturas todos los secretos del universo y todos los secretos
      de la creación fueron revelados ante mí del mismo modo que fueron revelados ante el
      hacedor de la creación.
         2 Mucho velé para contemplar profundos secretos y misterios maravillosos. Antes
      de que el hombre piense algo ocultamente, yo lo veo; y antes de que el hombre haga algo,
      yo lo veo.
         3 Y no hay nada en lo más alto ni en lo más profundo del mundo que de mí se
      oculte.
       
              Dios viste a Metatrón con un vestido de gloria,
           pone una corona real en su cabeza y le llama «Jehová menor»
      CAPÍTULO 12.
         1 Dijo Rabí Yismael: «Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
      ―Porque el Santo, bendito  sea,  me  amó  con  un  amor  mayor  que  a  todos  los  seres
      celestiales, hizo para mí un vestido de gloria, en el que toda clase de luminarias estaban
      fijas, y me vistió con él.
         2 Hizo para mí un manto de honor, en el que estaban fijos toda clase de belleza,
      esplendor, brillo y majestad.
         3 Hizo para mí una corona real, en la que estaban fijas cuarenta y nueve piedras de
      aspecto comparable a la luz del globo del sol
         4 y cuyo fulgor recorría los cuatro confines del firmamento de Arabot, los siete
      cielos y los cuatro confines del mundo, y la ciñó sobre mi cabeza.
         5 El me llamó el «Jehová menor» ante toda su corte celestial, pues se ha dicho:
      «Porque mi nombre está en él» (Éxodo 23,21).
       
             Dios escribe con una pluma de fuego sobre la corona  
       
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         de Metatrón las letras cósmicas por las que cielos y tierra fueron creados
      CAPÍTULO 13.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
      gloria de todos los cielos:
      ―Porque el Santo, bendito sea, me amó y me quiso con amor y merced mayores que a
      todos los seres celestiales, escribió con su propio dedo y con un estilo ígneo sobre la
      corona que estaba en mi cabeza las letras por las que fueron creados cielos y tierra, las
      letras  con  las  que  fueron  creados  mares  y  ríos,  las  letras  con  las  que  fueron  creadas
      montañas y colinas, las letras con las que fueron creados planetas y estrellas, relámpagos,
      vientos, terremotos y ruidos, nieve y granizo, huracán y tempestad: las letras con que se
      creó todo lo que el mundo necesitaba y todos los órdenes de la creación.
         2 Cada letra hacía brotar una y otra vez algo parecido a relámpagos, una y otra vez
      algo parecido a antorchas una y otra vez algo parecido a llamas de fuego, una y otra vez
      algo parecido a la salida del sol, la luna y los astros.
       
              Todos los más altos príncipes, los ángeles de los  
            fenómenos naturales y los ángeles planetarios y siderales  
              temen y tiemblan a la vista de Metatrón coronado
      CAPÍTULO 14.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando el Santo, bendito sea, ciñó esta corona sobre mi cabeza, temblaron a causa mía
      todos los príncipes de los reinos que están en lo alto del firmamento de Arabot y las
      huestes todas de cada cielo: incluso los príncipes de los elim, los príncipes de los erellim
      y los príncipes de los tafsarim, superiores a todos los ángeles servidores que sirven ante el
      trono de la gloria, temblaban y temían por mi causa cuando me veían.
         2 Hasta Sammael, el príncipe de los acusadores, superior a todos los príncipes de
      los reinos que hay en lo alto, temía y temblaba por mi causa.
         3 Incluso el ángel del fuego y el del granizo, el del viento, el ángel del relámpago,
      el de la cólera, el del trueno, el de la nieve y el de la lluvia, el ángel del día y el de la
      noche, el ángel del sol, el de la luna, el de los planetas y el de las estrellas, los cuales bajo
      su poder rigen el mundo, temblaban y se espantaban ante mí cuando me miraban.
         4 Estos son los nombres de los que rigen el mundo: Gabriel, el ángel del fuego;
      Baradiel, el ángel del granizo (barad); Rujiel, encargado del viento (ruah); Baraquiel,
      encargado  de  los  relámpagos  (beraquim);  Zaamiel,  encargado  de  la  cólera  (zaam);
      Ziquiel, encargado de las chispas (ziqim); Ziiel, encargado de los temblores (zewaot);
      Zaafiel, encargado de la tempestad (zaaf); Raamiel, encargado de los truenos (reamim);
      Raasiel,  encargado  del  terremoto  (raas);  Salgiel,  encargado  de  las  nieves  (selagim);
      Matariel, encargado de la lluvia (matar); Simsiel, encargado del día; Lailiel, encargado de
      la noche (laylah); Galgaliel, encargado de la rueda (galgal) del sol; Ofanniel, encargado
       
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      de  la  rueda  (ofan)  de  la  luna;  Kokbiel,  encargado  de  los  astros  (kokabim);  Rahatiel,
      encargado de las estrellas.
         5  Todos  estos,  cuando  me  veían,  caían  sobre  su  rostro,  pues  no  podían
      contemplarme debido a la majestad, gloria y belleza resplandeciente de la corona de
      gloria sobre mi cabeza.
       
                 Metatrón transformado en fuego
      CAPÍTULO 15.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
      gloria de todos los cielos:
      ―Tan pronto como el Santo, bendito sea, me tomo a su servicio para atender al trono de
      la  gloria  y  a  las  ruedas  de  la  merkabah  y  todas  las  necesidades  de  la  Sekinah,
      inmediatamente mi carne se transformó en llamas, mis tendones en fuego llameante, mis
      huesos en brasas de retama ardiente la luz de mis párpados en resplandor de relámpagos,
      los  globos  de  mis  ojos  en  antorcha  de  fuego,  los  cabellos  de  mi  cabeza  en  llamas
      ardientes todos mis miembros en ígneas alas y todo mi cuerpo en fuego encendido.
         2 A mi diestra se encendían llamaradas de fuego, a mi izquierda ardían antorchas,
      a mi alrededor viento de tempestad y huracán soplaban, ante mí y detrás de mí trueno
      acompañado de seísmo.
       
               (Fragmento adicional. Ascensión de Moisés)
      CAPÍTULO 15 B.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, príncipe de la presencia y príncipe sobre
      todos los príncipes, el que permanece ante el que se eleva sobre todos los dioses, el que
      entra bajo el trono de la gloria y tiene un gran tabernáculo de luz en lo alto, el que trae el
      fuego de la sordera y lo coloca en los oídos de las santas hayyot para que no oigan el
      sonido de la palabra (dibbur) que sale de la boca del Poderoso (geburah):
         2 ―Cuando Moisés ascendió a lo alto, realizó ciento veintiún ayunos hasta que se
      abrieron para él las moradas del hasmal y vio el corazón en el corazón del león. Vio
      innumerables  compañías  de  ejércitos  alrededor  de  él.  Ellos  quisieron  quemarlo,  pero
      Moisés pidió misericordia en primer lugar para Israel y después para sí mismo. Entonces
      el que se sienta sobre la merkabah abrió las ventanas que están sobre las cabezas de los
      querubines y salieron al encuentro de Moisés mil ochocientos abogados, y el príncipe de
      la presencia, Metatrón, con ellos. Recibieron las plegarias de Israel y las colocaron como
      corona en la cabeza del Santo, bendito sea.
         3 Ellos dijeron: «Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es uno» (Deuteronomio
      6,4), y su rostro brillaba y se regocijaba a causa de la Sekinah.
      Dijeron a Metatrón, príncipe de la presencia: «¿Quiénes son éstos y a quién dan todo ese
      honor y esa gloria?». Contestó: «Al glorioso Señor de la casa de Israel».  
       
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      Dijeron: «Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es uno. ¿A quién puede darse mayor
      honor y majestad sino a ti, Jehová, la divina majestad, el rey vivo y eterno?».
         4 Entonces habló Aktariel Yah Yehod Sebaot y dijo a Metatrón, el príncipe de la
      presencia: «Todo lo que él pida ante mí no se lo hagas volver de vacío. Escucha su
      oración y cumple su voluntad, ya se trate de algo grande o pequeño».
         5 Al punto dijo Metatrón, el príncipe de la presencia, a Moisés: «¡Hijo de Amram!
      No temas, porque ahora Dios se complace en ti. Solicita tu deseo con orgullo y fortaleza,
      pues la tez de tu rostro brilla desde uno a otro confín del mundo».  
      Pero Moisés le replicó: «Quizás estoy en pecado». Le dijo Metatrón: «Recibe las letras de
      un juramento por el que no hay revocación de la alianza».
       
             Elisa ben Abuya (Aher) cae en la herejía al contemplar  
            a Metatrón sobre su trono. El ángel es castigado por ello
      CAPÍTULO 16.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
      gloria de todo el cielo:
      ―Al principio yo me sentaba sobre un gran trono a la puerta del séptimo palacio y
      juzgaba a todos los seres celestiales, la corte celestial, por la autoridad del Santo, bendito
      sea.  Repartía  yo  grandeza,  realeza,  dignidad,  gobierno,  honor  y  alabanza,  diadema  y
      corona de gloria a todos los príncipes de los reinos cuando me sentaba en el tribunal
      celestial.
      Los príncipes de los reinos estaban en pie junto a mí, a mi derecha e izquierda, por la
      autoridad del Santo, bendito sea.
         2 Pero cuando Ajer llegó para contemplar la visión de la merkabah, fijó sus ojos en
      mí y temió y tembló a causa mía. Su espíritu estaba tan asustado que se le salía de dentro
      por el terror, horror y pavor que yo inspiraba al verme sentado en un trono como un rey
      con todos los ángeles servidores en pie junto a mí, como siervos, y todos los príncipes de
      los reinos, ceñidos de coronas, rodeándome.
         3 Entonces abrió su boca y dijo: «En verdad hay dos poderes divinos en el cielo».
         4 Inmediatamente surgió una voz divina desde el cielo, de delante de la Sekinah,
      diciendo: «Volved, hijos apóstatas (Jeremías 3,22), excepto Ajer».
         5  En  ese  instante  llegó  Anafiel,  el  príncipe,  el  honorable,  glorificado,  amado,
      maravilloso, temible, venerable, en comisión del Santo, bendito sea, y me dio sesenta
      golpes con látigos de fuego y me hizo permanecer de pie.
       
              Los príncipes de los siete cielos, del sol, la luna,  
               planetas y estrellas y sus séquitos angélicos
      CAPÍTULO 17.
       
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         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
      gloria de todo el cielo:
      ―Siete son los grandes príncipes,  hermosos,  temibles,  maravillosos,  honorables,  que
      están a cargo de los siete cielos. Ellos son: Miguel, Gabriel, Satquiel, Sajaquiel, Bakariel,
      Badariel y Pajriel.
         2  Cada  uno  de  ellos  es  el  príncipe  del  ejército  de  un  cielo.  A  cada  uno  le
      acompañan 496000 miríadas de ángeles servidores.
         3 Miguel, el gran príncipe, tiene a su cargo el séptimo cielo, el más alto, que está
      en Arabot. Gabriel, príncipe del ejército, es el encargado del sexto cielo, que está en
      Makón. Satquiel,  príncipe  del  ejército,  es  el  encargado  del  quinto  cielo,  que  está  en
      Maón. Sajaquiel, príncipe del ejército, tiene a su cargo el cuarto cielo, que está en Zebul.
      Badariel, príncipe del ejército, está encargado del tercer cielo, que está en Sejaquim.
      Baraldel, príncipe del ejército, tiene a su cargo el segundo cielo, que está en lo alto
      (merom) de Raquía. Pajriel, príncipe del ejército, es el encargado del primer cielo, que
      está en Wilón, en Samáyim.
         4 Inferior a ellos es Galgaliel, el príncipe encargado de la rueda (galgal) del sol. Su
      gente son noventa y seis importantes y honorables ángeles que hacen correr la rueda del
      sol en Raquía.
         5 Inferior a ellos es Ofanniel, el príncipe encargado de la rueda (ofan) de la luna.
      Con  él  hay  ochenta  y  ocho  ángeles  que  hacen  correr  la  rueda  de  la  luna  354000
      parasangas  cada  noche,  cada  vez  que  la  luna  permanece  en  oriente  en  su  órbita.  Y
      ¿cuándo se asienta en oriente en su órbita? Dijeron: «En el día dieciséis de cada mes».
         6 Inferior a ellos es Rahatiel, el príncipe que está a cargo de las estrellas. Con él
      hay setenta y dos ángeles importantes y honorables. ¿Por qué se llama Rahatiel? Porque
      hace correr (marhit) a las estrellas en sus órbitas y cursos 339000 parasangas cada noche,
      desde el este al oeste y desde el oeste al este; pues el Santo, bendito sea, hizo una sola
      tienda  para  todos  ellos  ―para  el  sol,  la  luna,  las  estrellas  y  los  planetas―,  la  cual
      recorren por la noche de oeste a este.
         7  Inferior  a  ellos  es  Kokbiel,  el  príncipe  encargado  de  todos  los  planetas
      (kokabim). Con él hay 365000 miríadas de ángeles servidores, importantes y honorables,
      que hacen correr a los planetas de ciudad en ciudad, de provincia en provincia, en el
      Raquía de los cielos.
         8  Superiores  a  ellos  son  setenta  y  dos  príncipes  de  reinos  en  lo  alto,  que
      corresponden a las setenta y dos lenguas del mundo. Todos ellos ciñen reales coronas,
      visten hábitos reales y se cubren con reales vestiduras.
      Todos ellos cabalgan sobre reales corceles y sus manos empuñan cetros reales. Cuando
      cada uno de ellos se desplaza por Raquía, van corriendo ante él reales sirvientes con gran
      pompa y boato, del mismo modo que se desplazan los príncipes en la tierra: en carroza,
      con jinetes y numerosas huestes, con gloria, grandeza, alabanza, loa y ornato.
       
       
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            La jerarquía angélica y el homenaje que reciben los ángeles  
               de rango superior por parte de los inferiores
      CAPÍTULO 18.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
      gloria de todo cl cielo:
      ―Los ángeles del primer cielo, cuando ven a su príncipe, descienden de sus cabalgaduras
      y caen sobre su rostro. El príncipe del primer cielo.
      Cuando ve al príncipe del segundo cielo, desmonta, se despoja de la corona de gloria que
      está sobre su cabeza y cae sobre su rostro. El príncipe del segundo cielo, cuando ve al
      príncipe del tercer cielo, se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre su
      rostro. El príncipe del tercer cielo, cuando ve al príncipe del cuarto cielo, se quita la
      corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre su rostro. El príncipe del cuarto cielo,
      cuando ve al príncipe del quinto cielo, se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza
      y cae sobre su rostro. El príncipe del quinto cielo, cuando ve al príncipe del sexto cielo,
      se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre su rostro. El príncipe del
      sexto cielo, cuando ve al príncipe del séptimo cielo, se quita la corona de gloria que lleva
      en la cabeza y cae sobre su rostro.
         2 El príncipe del séptimo cielo, cuando ve a los setenta y dos príncipes de reinos,
      se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre su rostro.
         3 Los setenta y dos príncipes de reinos, cuando ven a los guardianes de la puerta
      del primer palacio, que está en Arabot, el más alto cielo, se quitan la corona real de su
      cabeza y caen sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del primer palacio, cuando ven
      a los guardianes de la puerta del segundo palacio, se quitan la corona de gloria de su
      cabeza y caen sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del segundo palacio, cuando
      ven a los guardianes de la puerta del tercer palacio, se quitan la corona de gloria de la
      cabeza y caen sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del tercer palacio, cuando ven
      a los guardianes de la puerta del cuarto palacio, se quitan la corona de gloria de la cabeza
      y caen sobre su rostro.
      Los guardianes de la puerta del cuarto palacio, cuando ven a los guardianes de la puerta
      del quinto palacio, se quitan la corona de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro. Los
      guardianes de la puerta del quinto palacio, cuando ven a los guardianes de la puerta del
      sexto palacio, se quitan la corona de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro. Los
      guardianes de la puerta del sexto palacio, cuando ven a los guardianes de la puerta del
      séptimo palacio, se quitan la corona de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro.
         4 Los guardianes de la puerta del séptimo palacio, cuando ven a los cuatro grandes
      príncipes, los honorables, encargados de los cuatro campamentos de la Sekinah, se quitan
      la corona de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro.
         5 Los cuatro grandes príncipes, cuando ven a Tagás, el gran príncipe, honrado con
      cántico y loa, a la cabeza de todos los seres celestiales, se quitan la corona de gloria de la
      cabeza y caen sobre su rostro.
       
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                        13
       
         6 Cuando Tagás, el grande y honrado príncipe, ve a Barattiel, el gran príncipe de
      tres dedos en lo alto de Arabot, el cielo más elevado, se quita la corona de gloria de la
      cabeza y cae sobre su rostro.
         7 Cuando Barattiel, el gran príncipe, ve a Hamón, el príncipe grande, temible,
      honorable, agradable y venerable, que hace temblar a todos los seres celestiales al llegar
      el  momento de decir «Santo» (tres veces), pues se ha dicho: «Al ruido del estruendo
      (hamon) huyen los pueblos, ante su estrépito se dispersan las naciones» (Isaías 33,3),
      Barattiel se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         8 Cuando Hamón, el gran príncipe, ve a Tutresiel, el gran príncipe, se quita la
      corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         9 Cuando Tutresiel Jehová, el gran príncipe, ve a Atrugiel, el gran príncipe, se
      quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
      lO Cuando Atrugiel, el gran príncipe, ve a Naaririel Jehová, el gran príncipe, se quita la
      corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         11 Cuando Naaririel Jehová, el gran príncipe, ve a Sasniguiel, el gran príncipe, se
      quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         12 Cuando Sasniguiel Jehová ve a Zazriel Jehová, el gran príncipe, se quita la
      corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         13 Cuando Zazriel Jehová, el príncipe, ve a Geburatiel Jehová, el príncipe, se quita
      la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         14 Cuando Geburatiel Jehová, el príncipe, ve a Arafiel Jehová, el príncipe, se quita
      la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         15 Cuando Arafiel Jehová, el príncipe, ve a Asruylu el príncipe se quita la corona
      de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         16 Cuando Asruylu Jehová, el príncipe, que preside todas las sesiones de los seres
      celestiales, ve a Galisur Jehová, el príncipe, que revela todos los secretos de la Torá, se
      quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         17  Cuando  Galisur  Jehová,  el  príncipe,  ve  a  Zakzakiel,  el  príncipe,  que  está
      encargado de escribir los méritos (zakiggot) de Israel sobre el trono de la gloria, se quita
      la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
         18 Cuando Zakzakiel Jehová, el gran príncipe, ve a Anafiel Jehová, el príncipe que
      guarda las llaves de los palacios del firmamento de Arabot se quita la corona de gloria de
      la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es Anafiel? Porque la rama (anaf) de
      su honor y majestad, su corona, su esplendor y su brillo, cubre todas las cámaras de
      Arabot el más alto cielo, del mismo modo que el hacedor del mundo. Justamente como
      esta escrito respecto al hacedor del mundo: «Cubre los cielos su gloria y de su loa la
      tierra  está  llena»  (Habacuc  3,3),  así  el  honor  y  majestad  de  Anafiel  cubre  todas  las
      cámaras de Arabot altísimo.
       
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                        14
       
         19 Cuando él ve a Soter Asiel, el gran príncipe temible y honorable se quita la
      corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es Soter Asiel?
      Porque él está a cargo de las cuatro cabezas del río de fuego frente al trono de la gloria; y
      cada príncipe que sale o entra ante la presencia de la Sekinah no sale ni entra sin su
      permiso, pues los sellos del río de fuego le han sido confiados. Y no sólo eso, sino que
      además su altura es de siete mil miríadas de parasangas. Él es quien aviva (soter) el fuego
      del río, y sale y entra ante la Sekinah para exponer los escritos concernientes a todos los
      seres humanos, según está dicho: «El tribunal tomó asiento, y los libros fueron abiertos»
      (Daniel 7,10).
         20 Cuando Soter Asiel, el príncipe, ve a Soqed Jozí Jehová, el gran príncipe fuerte,
      temible y honorable, se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por
      qué su nombre es Soqued Jozí? Porque él pesa todos los méritos (del hombre) en el
      platillo de una balanza ante el Santo, bendito sea.
         21 Cuando él ve a Zehanpuryu Jehová, el gran príncipe, fuerte, temible, honorable,
      glorificado y terrible en toda la corte celestial, se quita la corona de gloria de la cabeza y
      cae sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es Zehanpuryu? Porque él se enoja con el río de
      fuego y lo hace retroceder.
         22  Cuando  él  ve  a  Azbugah  Jehová,  el  gran  príncipe,  honorable,  terrible,
      reverenciado, ornado, maravilloso, elevado, amado y temido entre los grandes príncipes
      conocedores del misterio del trono de la gloria, se quita la corona de gloria de la cabeza y
      cae sobre su rostro. ¿Por qué se llama Azbugah? Porque en el futuro ceñirá ropas de vida
      y cubrirá con manto de vida a los justos y piadosos del mundo, para que puedan disfrutar
      con ellos de una vida eterna.
         23 Cuando él ve a los dos grandes príncipes, poderosos y honorables, superiores a
      él, se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. Estos son los nombres
      de los dos príncipes: Soferiel Jehová mata, el gran príncipe, honorable, glorificado, sin
      tacha,  anciano  y  poderoso,  y  Soferiel  Jehová  vivifica,  el  gran  príncipe,  honorable,
      glorificado, intachable, anciano y poderoso.
         24 ¿Por qué se llama Soferiel Jehová mata? Porque está encargado de los libros de
      los muertos, en los cuales inscribe a todo aquel al que llega el día de su muerte. Y ¿por
      qué se llama Soferiel Jehová vivifica? Porque está encargado de los libros de los vivos,
      en los que inscribe a todo aquel que el Santo, bendito sea, desea traer a la vida, por la
      autoridad del Omnipresente (Maqom). Tú puedes quizá pensar: «Como el Santo, bendito
      sea,  está  sentado  en  un  trono,  ellos  también  estarán  sentados  cuando  escriben».  La
      Escritura nos enseña:
      «Todo el ejército del cielo permanece en pie junto a él» (1 Reyes 22,19; 2 Crónicas
      18,18). «El ejército del cielo», (esto se dice) para enseñarnos que incluso los grandes
      príncipes que no tienen igual en los altos cielos no atienden las necesidades de la Sekinah
      sino de pie. Pero ¿cómo pueden escribir estando de pie?
         25 Solamente (así): uno permanece en pie sobre las ruedas del huracán, y el otro
      sobre las ruedas de la tempestad. Uno viste hábitos regios, el otro viste hábitos regios.
       
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      Uno está  envuelto  en  un  manto  de  majestad,  el  otro  está  envuelto  en  un  manto  de
      majestad.
      Uno ciñe una corona real, el otro ciñe una corona real. El cuerpo de uno está lleno de
      ojos, el cuerpo del otro está lleno de ojos. La visión de uno es como ver relámpagos, la
      visión del otro es como ver relámpagos.
      Los ojos de uno son como el sol en su potencia, los ojos del otro son como el sol en su
      potencia. La estatura de uno es como la altura de los siete cielos, la estatura del otro es
      como la altura de los siete cielos. Las alas de uno son (tantas) como los días del año, las
      alas del otro son (tantas) como los días del año. Las alas de uno son (tan anchas) como
      ancho es el firmamento (raquia), las alas del otro son (tan anchas) como ancho es el
      firmamento. Los labios de uno son como las puertas del este, los labios del otro son como
      las puertas del este. La lengua de uno es (tan) alta como las olas del mar, la lengua del
      otro es (tan) alta como las olas del mar. De la boca de uno sale una llamarada, de la boca
      de otro sale una llamarada. De la boca de uno surgen relámpagos, de la boca del otro
      surgen relámpagos. De la transpiración de uno se enciende el fuego, de la transpiración
      del otro se enciende el fuego. De la lengua de uno se prende una antorcha, de la lengua
      del otro se prende una antorcha. Sobre la cabeza de uno hay una piedra de zafiro, sobre la
      cabeza del otro hay una piedra de zafiro. Sobre los hombros de uno hay una rueda de
      querubín ligero, sobre los hombros del otro hay una rueda de querubín ligero. Uno tiene
      en la mano un rollo ardiente, el otro tiene en la mano un rollo ardiente. Uno tiene en la
      mano un estilo llameante, el otro tiene en la mano un estilo llameante. La longitud del
      rollo es de tres mil miríadas de parasangas; el tamaño del estilo es de tres mil miríadas de
      parasangas; y la medida de cada letra que ellos escriben es de trescientas sesenta y cinco
      parasangas.
       
             Rikbiel, el príncipe de las ruedas de la «merkabah».
           Los que rodean la «merkabah». La conmoción entre las huestes  
              angélicas en el momento de recitar la «qedussah»
      CAPÍTULO 19.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Superior  a  estos  tres  ángeles,  estos  grandes  príncipes,  hay  un  príncipe  notable,
      honorable,  noble,  glorioso,  ornado,  temible,  valiente,  fuerte,  grande,  magnificado,
      poderoso,  magnífico,  maravilloso,  exaltado,  intachable,  amado,  soberano,  elevado  y
      encumbrado, anciano y poderoso, que no tiene igual entre todos los príncipes. Rikbiel
      Jehová es el nombre del grande y temible príncipe que permanece en pie junto a la
      merkabah.
         2 ¿Por qué se llama Rikbiel? Porque está encargado de las ruedas de la merkabah y
      ellas le han sido confiadas.
       
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         3 Y ¿cuántas son las ruedas? Ocho, dos en cada dirección. A su alrededor cuatro
      vientos rodean, y éstos son sus nombres: «viento de huracán», «viento de tempestad»,
      «viento fuerte» y «viento de seísmo».
         4 Bajo ellas fluyen de continuo cuatro ríos de fuego ―un río de fuego a cada
      lado―, entre los cuales cuatro nubes se encuentran rodeadas, y son: «nubes de fuego»,
      «nubes  de  antorcha»,  «nubes  de  brasa»  y  «nubes  de  azufre»,  que  están  colgadas  y
      permanecen frente a las ruedas.
         5 Y los pies de las hayyot descansan sobre las llantas de las ruedas, y entre rueda y
      rueda ruge el terremoto y atruena el trueno.
         6  Cuando  llega  el  momento  de  recitar  el  cántico,  la  multitud  de  ruedas  se
      estremece, la multitud de nubes vibra, todos los jefes se conmueven, todos los jinetes se
      agitan, todos los valientes se repliegan temblando, todas las huestes se espantan, todas las
      tropas se aterran, todos los que tienen cargos marchan precipitadamente, los generales y
      ejércitos todos están asustados, todos los ministros desfallecidos y todos los ángeles y
      divisiones tiemblan.
         7 Y una rueda hace oír una voz a otra, un querubín a otro, una hayyah a otra, un
      ofan a otro, un serafín a otro (diciendo): «Allanad el camino al que cabalga en Arabot,
      por su nombre Yah, y celebrad su presencia» (Salmos 68,5).
       
                 Jayyliel, el príncipe de las «hayyot»  
      CAPÍTULO 20.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Superior a ellos es un príncipe grande  y  poderoso.  Su nombre es Jayyliel Jehová,
      príncipe noble y temible, glorioso y fuerte príncipe, príncipe grande y terrible, ante el
      cual tiemblan todos los seres celestiales, un príncipe que puede tragarse el mundo entero
      de una sola vez.
         2 ¿Por qué se llama Jayyliel Jehová? Porque está a cargo de las hayyot: las golpea
      con látigos de fuego, las embellece cuando dan alabanza, loa y júbilo, y las apremia para
      que digan «Santo» y «Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar».
       
                      Las «hayyot»
      CAPÍTULO 21.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuatro son las hayyot correspondientes  a  los  cuatro  vientos.  Cada  hayyah  es  (tan
      grande) como el contenido del mundo entero. Cada una tiene cuatro caras y cada cara es
      como la faz del este. Tiene cada una cuatro alas, y cada ala es como la bóveda del
      universo.
       
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         3 Cada una tiene caras en las caras y alas en las alas. El tamaño de las caras es
      (como el tamaño de) doscientas cuarenta y ocho caras, y la dimensión de las alas es
      (como la dimensión de) trescientas sesenta y cinco alas.
         4 Cada una lleva ceñidas a su cabeza dos mil coronas; y cada corona es como el
      arco iris su resplandor como el de la rueda del sol, y los destellos que surgen de cada una
      de ellas como el fulgor del planeta Venus en oriente.
       
                Kerubiel el príncipe de los querubines.
                  Descripción de los querubines
      CAPÍTULO 22.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Superior a ellas hay un príncipe noble, maravilloso, fuerte y alabado con toda clase de
      alabanza. Su nombre es Kerubiel Jehová, un poderoso príncipe lleno de fuerza y potestad,
      príncipe de alteza y alteza hay con él, un príncipe justo y justicia hay con él, un príncipe
      santo y con él hay santidad, un príncipe glorificado por mil huestes y exaltado por diez
      mil ejércitos.
         2 Ante su cólera tiembla el orbe, ante su ira se conmueven los campamentos, los
      cimientos se tambalean por temor a él, y a su admonición Arabot se estremece.
         3 Su cuerpo en toda su extensión está lleno de brasas; su estatura es como la altura
      de los siete cielos; su anchura como la anchura de los siete cielos; y su volumen como el
      volumen de los siete cielos.
         4  La  abertura  de  su  boca  es  como  una  antorcha  ígnea;  su  lengua  es  fuego
      devorador; sus párpados como el resplandor del relámpago, y sus ojos como chispas
      fulgurantes. El aspecto de su rostro es cual fuego ardiente.
         5 Sobre su cabeza hay una corona de santidad en la que está grabado el nombre
      inefable (de Dios) y de la cual surgen relámpagos; y el arco de la Sekinah está entre sus
      hombros.
         6 Su espada ceñida a los lomos, flechas como el rayo al cinto, un escudo de fuego
      devorador sobre su cuello, y a su alrededor carbones de escordio.
         7 Sobre su rostro, el resplandor de la sekinah, los cuernos de la majestad sobre sus
      ruedas, y una diadema real sobre su cráneo.
         8 Su cuerpo está lleno de ojos y su elevada figura cubierta de alas.
         9 De su mano derecha llamea una llama, de su izquierda flamea una flama, de su
      cuerpo arden brasas ―antorchas brotan de él― y de su rostro relampaguean relámpagos.
      Con él hay siempre trueno sobre trueno, siempre junto a él seísmo sobre seísmo.
         10 Los dos príncipes de la merkabah están junto a él.
       
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         11 ¿Por qué se llama Kerubiel Jehová, el príncipe? Porque es el encargado del
      carro de los querubines y los poderosos querubines le han sido confiados. El adorna las
      coronas de su cabeza y pule la diadema de su coronilla.
         12 El provoca la alabanza a su apariencia, embellece la hermosura de su majestad,
      incrementa la grandeza de su honor, suscita cánticos de loa para ellos, intensifica la
      fuerza de su belleza, hace refulgir fulgor de su gloria, hermosea el ornato de su agradable
      encanto,  teje  el  primor  de  su  brillo,  embellece  su  magnánima  belleza,  glorifica  su
      verdadera gloria y exalta el orden de su alabanza para preparar la morada del «que reside
      sobre los querubines».
         13 Los querubines están en pie junto a las santas I;ayyot. Sus alas llegan hasta sus
      cabezas. La Sekinah reposa sobre ellos, y el resplandor de la gloria sobre sus rostros.
      Cántico y alabanza hay en sus bocas. Las manos bajo las alas, los pies cubiertos por las
      alas, cuernos de gloria sobre la cabeza, y el resplandor de la Sekinah sobre sus rostros. La
      Sekinah reposa sobre ellos, piedras de zafiro los rodean, columnas de fuego a sus cuatro
      costados y pilares de antorcha a sus flancos.
         14 Hay un zafiro a un lado y un zafiro al otro, y bajo los zafiros ardientes brasas de
      retama.
         15 Un querubín a un lado, un querubín al otro. Las alas de los querubines se
      rodean una a otra gloriosamente sobre sus coronillas, y ellos las despliegan para entonar
      con ellas un cántico en honor del habitante de las nubes y con ellas rendir homenaje al
      rey de los reyes.
         16  Kerubiel,  el  príncipe  encargado  de  ellos,  los  distribuye  en  órdenes  bellos,
      hermosos y agradables, los exalta con todo tipo de exaltación, dignidad y gloria y los
      apremia,  con  poder  y  gloria,  para  que  cumplan  la  voluntad  de  su  creador  en  cada
      momento, ya que por encima de sus elevadas cabezas reside continuamente la gloria del
      rey altísimo, «que habita sobre los querubines».
       
          (Fragmento adicional. Descripción del mundo del trono de la gloria)
      CAPÍTULO 22 B.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
      ―¿Cómo pueden sostenerse en pie los ángeles en lo alto? Me dijo: Del mismo modo que
      un puente está colocado sobre el río y todo el mundo pasa por él, así está colocado un
      puente desde el comienzo del acceso hasta el final. Tres ángeles servidores lo rodean y
      entonan un cántico ante Jehová, Dios de Israel. Expertos del terror y capitanes del miedo
      permanecen delante de él. Mil veces mil y diez mil veces diez mil son los que deleitan
      entonando alabanza y loa ante Jehová, Dios de Israel.
         3 Hay numerosos puentes de fuego, otros tantos de granizo; también numerosos
      ríos de granizo, numerosos tesoros de nieve y numerosas ruedas de fuego.
       
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         4 Y ¿cuántos son los ángeles servidores? Doce mil miríadas: seis mil miríadas
      arriba y seis mil miríadas abajo. Los ríos de granizo son doce mil: seis mil arriba y seis
      mil abajo. Los tesoros de nieve son doce mil: seis mil arriba y seis mil abajo. Las ruedas
      de fuego son veinticuatro miríadas: doce miríadas arriba y doce miríadas abajo. Ellas
      están alrededor de los puentes, de los ríos de fuego y de los ríos de granizo.
      Numerosos ángeles servidores forman accesos para todas las criaturas que permanecen en
      medio de esto frente a los senderos del firmamento de los cielos (raqia samayim).
         5 ¿Qué hace Jehová, Dios de Israel, el rey de la gloria? El Dios grande y terrible,
      poderoso en poder, cubre su rostro.
         6  En  Arabot,  seiscientas  sesenta  mil  miríadas  de  ángeles  de  la  gloria  y  las
      divisiones de fuego llameante permanecen frente al trono de la gloria. El rey de la gloria
      cubre su rostro, pues de no ser así el firmamento de Arabot estallaría en pedazos a causa
      de la majestad, esplendor, hermosura, belleza, encanto, resplandor, claridad y excelencia
      de la apariencia del Santo, bendito sea.
         7 Hay numerosos ángeles servidores que ejecutan su voluntad, numerosos reyes,
      numerosos príncipes en el Arabot de su complacencia, temibles entre los soberanos del
      cielo,  ilustres,  glorificados  con  cántico,  recordados  con  amor,  que  tiemblan  ante  el
      resplandor de la Sekinah: sus ojos quedan deslumbrados ante la luz de la resplandeciente
      hermosura de su rey, palidecen sus rostros y su potencia desfallece.
         8 Fluyen ríos de alegría, ríos de satisfacción, ríos de regocijo, ríos de júbilo, ríos
      de amor, ríos de amistad que se reúnen y manan delante del trono de la gloria, crecen y
      atraviesan por las entradas de los senderos del firmamento de Arabot al son del griterío y
      la música de sus hayyot, al ritmo de júbilo de los adufes de sus ofannim y al compás de la
      melodía de los címbalos de sus querubines. Y se crecen y salen estruendosamente al son
      del himno: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; todo el mundo está lleno de su
      gloria».
       
            (Fragmento adicional. Descripción del mundo del trono)
      CAPÍTULO 22 C.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
      ―¿Cuál es la distancia entre un puente y otro? Doce miríadas de parasangas. Su ascenso
      es de doce miríadas de parasangas y su descenso de doce miríadas de parasangas.
         2 La distancia entre los ríos de terror y los ríos de temor es de veintidós miríadas
      de parasangas; entre los ríos de granizo y los ríos de oscuridad, treinta y seis miríadas de
      parasangas; entre las cámaras de relámpagos y las nubes de compasión, cuarenta y dos
      miríadas de parasangas; entre las nubes de compasión y la merkabah, ochenta y cuatro
      miríadas  de  parasangas;  entre  la  merkabah  y  los  querubines,  ciento  cuarenta  y  ocho
      miríadas de parasangas; entre los  querubines  y  los  ofannim,  veinticuatro  miríadas  de
      parasangas;  entre  los  ofannim  y  las  cámaras  más  secretas,  veinticuatro  miríadas  de
      parasangas; entre las cámaras más recónditas y las santas hayyot, cuarenta mil miríadas
       
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      de  parasangas;  entre  una  y  otra  ala  de  las  hayyot,  doce  miríadas  de  parasangas  ―la
      anchura de cada ala es de la misma medida―, y la distancia entre las santas hayyot y el
      trono de la gloria es de treinta mil miríadas de parasangas.
         3 Desde el pie del trono de la gloria hasta el lugar en que él se sienta hay cuarenta
      mil miríadas de parasangas. Y el nombre del que allí se sienta: ¡el nombre santificado
      sea!
         4 Las curvaturas del arco están colocadas sobre Arabot, y su altura es de mil veces
      mil y diez mil veces diez mil (parasangas) ―la medida corresponde a la de los irin y
      qaddisin―, según está escrito: «He colocado mi arco en la nube» (Génesis 9,13). No está
      escrito aquí: «Yo colocaré en la nube», sino: «He colocado» ya; se trata de las nubes que
      rodean  el  trono  de  la  gloria.  Cuando  sus  nubes  pasaron,  los  ángeles  de  granizo  (se
      transformaron) en brasas de fuego.
         5 Y un fuego de la voz descendía de al lado de las santas hayyot y, debido al hálito
      de esta voz, ellas «corrían» (Ezequiel 1,14) a otro lugar temiendo que les ordenara ir
      hacia él; y «volvían» para que no las lastimara desde el otro lado. Por tanto, ellas «iban y
      venían» (Ezequiel 1,14).
         6 Y esas curvaturas del arco son más bellas y radiantes que la radiación del sol en
      época del solsticio (tammuz), y son más claras que un fuego llameante, más grandes y
      bellas.
         7 Las ruedas de los ofannim están colocadas encima de las curvaturas del arco y su
      altura es de mil veces mil y diez mil veces diez mil unidades de medida según la medida
      de los serafines y las tropas (gedudim).
       
            Los vientos que soplan «bajo las alas de los querubines»
      CAPÍTULO 23.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Hay numerosos vientos que soplan bajo las alas de los querubines.
      Sopla allí un viento planeador (merahefet), pues se ha dicho: «El viento (ruah) de Dios
      planeaba (merahefet) sobre la haz de las aguas» (Génesis 1,2).
         2 Sopla un viento recio (azzah), según se ha dicho: «El Señor hizo retirarse al mar
      con un viento recio (azzah) de levante que sopló toda la noche» (Éxodo 14,21).
         3 Sopla el viento del este, pues está dicho: «El viento del este había traído la
      langosta» (Éxodo 10,13).
         4 Sopla el viento de codornices, pues se ha dicho: «Y se levantó un viento enviado
      por el Señor, que trajo codornices» (Números 11,31).
         5 Sopla un viento de celos, según se ha dicho: «Le sobreviene un viento de celos»
      (Números 5,14).
       
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                        21
       
         6 Sopla el viento de terremoto, pues se ha dicho: «Después del viento vino un
      terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto» (1 Reyes 19,11).
         7 Sopla el viento de Jehová, según está dicho: «Y el viento de Jehová me llevó y
      me dejó» (Ezequiel 37,1).
         8 Sopla el mal viento, pues se ha dicho: «Y se apartaba de él el mal viento» (1
      Samuel 16,23).
         9 Sopla el viento de sabiduría, el viento de inteligencia, el viento de conocimiento
      y el viento de temor de Dios, pues está dicho: «Y se posará sobre él el viento de Jehová,
      viento de sabiduría e inteligencia, viento de consejo y de fuerza, viento de conocimiento
      y de temor de Dios» (Isaías 11,2).
         10 Sopla el viento de lluvia, pues se ha dicho: «El viento norte engendra lluvia»
      (Proverbios 25,23).
         11 Sopla el viento de relámpagos, pues se ha dicho: «El produce relámpagos para
      la lluvia y saca el viento de sus depósitos» (Jeremías 10,13; 51,16).
         12 Sopla el viento quebrador de peñas, según se dice: «El Señor pasa, y un viento
      recio y fuerte descuaja las montañas y quiebra peñas precediendo al Señor» (1 Reyes
      19,11).
         13 Sopla el viento de la calma del mar, pues está dicho: «E hizo pasar Dios un
      viento sobre la tierra, tras lo cual las aguas se calmaron» (Génesis 8,1).
         14  Sopla  el  viento  de  ira,  pues  se  dice:  «He  aquí  que  un  viento  fuerte  ha
      sobrevenido del lado del desierto y ha embestido las cuatro esquinas de la casa, que se ha
      derrumbado» (Job 1,19).  
         15 Sopla el viento de tempestad, pues se ha dicho: «Viento de tempestad que
      cumple su mandato» (Salmos 148,8).
         16 Y Satán está entre esos vientos, pues el viento de tempestad no es otra cosa que
      Satán. Todos esos vientos no soplan sino bajo las alas de los querubines, pues se dice:
      «Montó sobre un querubín, emprendió vuelo: planeó sobre las alas del viento» (Salmos
      18,11).
         17 Y ¿adónde van todos esos vientos? La Escritura nos enseña que salen de debajo
      de las alas de los querubines  y descienden sobre la rueda del sol, pues se ha dicho:
      «Camina el viento hacia el mediodía y luego vuelve al norte, gira y gira y camina el
      viento, y a sus giros el viento vuelve» (Eclesiastés 1,6). Y desde la rueda del sol ellos
      vuelven, y descienden sobre los ríos y los mares, sobre las montañas y las colinas, según
      se ha dicho: «Pues he aquí que es quien ha formado las montañas y creado el viento»
      (Amós 4,13).
         18 Y desde las montañas y las colinas vuelven y descienden a los mares y a los
      ríos; desde los mares y los ríos vuelven y descienden a las ciudades y provincias; desde
      las  ciudades  y  provincias  vuelven  y  descienden  al  jardín;  desde  el  jardín  vuelven  y
      descienden  a  Edén,  pues  se  ha  dicho:  «Se  paseaba  por  el  jardín  al  viento  del  día»
       
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      (Génesis  3,8).  En  medio  del  jardín  Edén  se  mezclan  y  soplan  de  un  lado  a  otro
      impregnándose de los aromas del jardín y de los perfumes de Edén, hasta que se separan
      y, habiéndose llenado con el olor del más puro aroma, llevan el olor de los perfumes y
      aromas del jardín Edén ante los justos y piadosos que heredarán el jardín Edén y el árbol
      de la vida en el tiempo venidero, como se ha dicho: «Despierta, viento del norte; llégate,
      viento del sur; orea mi jardín, que exhale sus perfumes. Entre mi amado a su jardín y
      coma de sus frutos exquisitos» (Cantar de los cantares 4,16).
       
               Los diferentes carros («merkabot») de Dios
      CAPÍTULO 24.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
      gloria de todos los cielos:
      ―Numerosos carros posee el Santo, bendito sea. Tiene los carros de los querubines, pues
      se  ha  dicho:  «Montó sobre un querubín, emprendió vuelo» (Salmos 18,11; 2 Samuel
      22,11).
         2 Tiene los carros de viento, como se dice: «Y planeó sobre las alas del viento»
      (ibíd.). Tiene los carros de nube ligera, pues está dicho: «Mirad al Señor, que cabalga
      sobre una nube ligera» (Isaías 19,1).
         4 Tiene los carros de nubes, según se dice: «He aquí que yo vendré a ti en el
      espesor de la nube» (Éxodo 19,9).
         5 Tiene los carros del altar, como se ha dicho: «Vi al Señor de pie sobre el altar»
      (Amós 9,1).
         6 Tiene los carros de miríadas, según se dice: «Los carros de Dios son miríadas;
      millares de ángeles» (Salmos 68,18). Tiene los carros de la tienda, pues está dicho: «Y el
      Señor apareció en la tienda en una columna de nube» (Deuteronomio 31,15).
         8 Tiene los carros del tabernáculo, según se dice: «Y el Señor le habló desde el
      tabernáculo» (Levítico 1,1).
         9 Tiene los carros del propiciatorio, pues se ha dicho: «Y escuchó la voz que le
      hablaba por encima del propiciatorio» (Números 7,89).
         10 Tiene los carros de piedra de zafiro, como se ha dicho: «Y bajo sus pies había
      como un pavimento de baldosa de zafiro» (Éxodo 24,10).
         11 Tiene los carros de águilas, según se dice: «Os he transportado en alas de
      águilas» (Éxodo 19,4). Aquí no se trata de «águilas» literalmente, sino de que vuelan
      veloces como águilas.
         12  Tiene  los  carros  de  aclamación,  pues  se  ha  dicho:  «Dios  ascendió  en  una
      aclamación» (Salmos 47,6).
         13 Tiene los carros de Arabot, según se dice: «Allanad el camino para el que
      cabalga sobre Arabot» (Salmos 68,5).
       
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         14 Tiene los carros de nubes densas, pues se ha dicho: «El que hace de las nubes
      densas su carro» (Salmos 104,3).
         15 Tiene los carros de las hayyot, según se dice: «Y las hayyot corrían y volvían»
      (Ezequiel 1,14). Ellas corren por mandato y vuelven por mandato, porque la Sekinah está
      sobre sus cabezas. Tiene los carros de ruedas, pues se dice: «Y le dijo: Penetra por entre
      las ruedas» (Ezequiel 10,2).
         17 Tiene los carros de querubín ligero, según se ha dicho: «El que cabalga sobre
      un querubín ligero».
      y cuando él cabalga sobre un querubín ligero, habiendo colocado sobre él uno de sus pies
      y sin haber colocado aún el otro sobre él, contempla dieciocho mil mundos en un solo
      abrir y cerrar de ojos.  
      Distingue y ve en todos ellos y sabe lo que hay en cada uno de ellos, mientras coloca sus
      pies  ―incluido el segundo― sobre él, pues se dice: «Un entorno de dieciocho mil»
      (Ezequiel 48,35).  
      ¿De dónde sabemos que él contempla cada uno de ellos cada día? Se ha dicho: «Desde
      los cielos observa a los hijos del hombre para ver si hay algún sensato que busque a
      Dios» (Salmos 14,2).
         18 Tiene los carros de los ofannim, según se ha dicho: «Y los ofannim estaban
      llenos de ojos alrededor» (Ezequiel 10,12).
         19 Tiene los carros de su santo trono», pues se dice: «Dios está sentado sobre su
      santo trono» (Salmos 47,9).
         20 Tiene los carros del trono de Yah, como se ha dicho: «Porque una mano se alzó
      sobre el trono de Yah» (Éxodo 17,16).
         21 Tiene los carros del trono de juicio, pues se ha dicho: «El Señor de los ejércitos
      será exaltado en juicio» (Isaías 5,16). Tiene los carros del trono de la gloria, según se
      dice: «El trono de la gloria, colocado en alto desde el principio, es el lugar de nuestro
      santuario» (Jeremías 17,12).
         23 Tiene los carros del trono elevado y excelso, pues se dice: «Vi al Señor sentado
      sobre el trono elevado y excelso» (Isaías 6,1).
       
                Ofanniel, el príncipe de los «ofannim».  
                  Descripción de los «ofannim»
      CAPÍTULO 25.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Superior  a  éstos  hay  un  gran  príncipe,  héroe  temible,  caudillo  excelso,  anciano
      venerable y fuerte. Ofanniel Jehová es su nombre.
       
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         2 Tiene dieciséis caras, cuatro a cada lado, y cien alas a cada lado. Posee ocho mil
      cuatrocientos sesenta y seis ojos, que corresponden a los días del año, dos mil ciento
      noventa ―y algunos dicen dos mil ciento dieciséis― a cada lado.
         3 Respecto a los dos ojos de su rostro, en cada uno relampaguean relámpagos y de
      cada uno se encienden antorchas. No hay criatura capaz de contemplarlos, pues todo el
      que los mira inmediatamente se abrasa.
         4  Su  estatura  es  como  la  distancia  de  un  trayecto  de  dos  mil  quinientos  años.
      Ningún ojo puede ver y ninguna boca expresar el poder fortísimo de su potencia, a no ser
      el Rey de reyes, el Santo, bendito sea.
         5 ¿Por qué se le llama Ofanniel? Porque es el encargado de los ofannim y éstos
      han  sido  confiados  en  su  mano;  él  ha  sido  designado  para  atender  a  los  ofannim.
      Permanece junto a ellos cada día, los atiende y embellece. Exalta y ordena su aposento,
      abrillanta su estrado, hace confortable su morada, nivela sus esquinas y limpia su sede.
      Vela por ellos mañana y tarde, noche y día, para acrecentar su belleza, engrandecer su
      dignidad y hacerlos diligentes en la alabanza a su creador.
         6 Todos los ofannim están llenos de ojos, todos ellos llenos de resplandor.
      Setenta y dos piedras de zafiro están incrustadas en sus vestiduras por su lado derecho, y
      setenta y dos piedras de zafiro están incrustadas en sus vestiduras por su lado izquierdo.
         7 Cuatro esmeraldas están incrustadas en la corona de cada uno, cuyo brillo se
      esparce por las cuatro direcciones de Arabot, del mismo modo que la rueda del sol, cuyo
      resplandor se difunde en todas las direcciones del universo. ¿Por qué se llama esmeralda
      (bareqet)? Porque su brillo semeja la apariencia de un relámpago (baraq). Tabernáculos
      de esplendor, tabernáculos de resplandor, tabernáculos de fulgor como del zafiro y la
      esmeralda los rodean, debido al brillante aspecto de sus ojos.
       
                 Serafiel, el príncipe de los serafines.
                   Descripción de los serafines
      CAPÍTULO 26.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Superior  a  éstos  es  un  príncipe  maravilloso,  noble,  grande,  honorable,  poderoso,
      terrible, caudillo, jefe, hábil escriba, glorificado, honrado y amado.
         2 Todo él lleno de resplandor, todo él pleno de alabanza y lustre, todo él lleno de
      esplendor,  todo  él  henchido  de  luz,  todo  él  repleto  de  belleza,  todo  él  colmado  de
      hermosura, todo él inundado de grandeza.
         3 Su apariencia toda es como la de los ángeles, su cuerpo como águilas.
         4 Su resplandor como relámpagos, su aspecto como antorchas, su belleza como
      chispas,  su  gloria  como  brasas,  su  majestad  como  hasmallim,  su  fulgor  como  la
       
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      luminosidad del planeta Venus, su imagen como la del luminar mayor, su altura como los
      siete cielos y la luz de sus párpados como una luz siete veces.
         5 El zafiro colocado sobre su cabeza tiene el volumen de un mundo y el resplandor
      del mismo cielo al brillar.
         6 Su cuerpo está lleno de tantos ojos como astros hay en el cielo, insondables e
      innumerables. Cada ojo es como el planeta Venus; algunos de ellos son como el luminar
      menor y otros como el luminar mayor. Desde los talones hasta las rodillas son como
      estrellas de relámpago, desde las rodillas hasta los muslos como el planeta Venus, desde
      los muslos hasta los lomos como el luminar de la luna, desde los lomos hasta el cuello
      como la luz del sol, y desde el cuello hasta el cráneo como la luz imperecedera.
         7 La corona colocada sobre su cabeza es como el esplendor del trono de la gloria.
      La medida de la corona es como la distancia de un trayecto de quinientos dos años. Y no
      existe ninguna clase de esplendor, ningún tipo de resplandor, ninguna especie de brillo,
      ninguna condición de luz que no esté fijado en esa corona.
         8  Tal  es  el  príncipe  llamado  Serafiel  Jehová,  y  talla  corona  que  está  sobre  su
      cabeza cuyo nombre es «príncipe de paz». ¿Por qué se llama Serafiel Jehová? Porque es
      el encargado de los serafines: los llameantes serafines han sido confiados en su mano.
      Permanece junto a ellos noche y día, los adiestra en cántico, alabanza, belleza, poder y
      majestad,  para  que  proclamen  la  belleza  de  su  rey  con  todo  tipo  de  alabanza  y
      santificación (qedussah).
         9 ¿Cuántos son los serafines? Cuatro, correspondientes a los cuatro vientos del
      mundo. ¿Cuántas alas tiene cada uno de ellos? Seis, correspondientes a los seis días de la
      creación. ¿Cuántas caras tiene cada uno?
      Dieciséis caras los cuatro, cuatro cada uno de ellos.
         10 El tamaño de los serafines y la altura de cada uno corresponde a los siete cielos.
      La medida de cada ala es como el volumen de un cielo. El tamaño de cada rostro como la
      cara del este.
         11 Cada uno de ellos emite tanta luz como el trono de la gloria, de modo que ni
      siquiera  las  santas  hayyot,  los  magníficos  ofannim,  los  gloriosos  querubines  pueden
      contemplarla, ya que todo el que la observe: sus ojos se nublarán a causa de su gran
      resplandor.
         12 ¿Por qué se les llama serafines? Porque queman (sorefim) los libros de Satán.
      Cada día se sienta Satán junto a Sammael, el príncipe de Roma, y Dubbiel, el príncipe de
      Persia, y escriben los pecados de Israel en libros que entregan a los serafines para que los
      presenten ante el Santo, bendito sea, con el fin de que haga desaparecer a Israel del
      mundo. Pero los serafines saben por los secretos del Santo, bendito sea, que no desea que
      perezca este pueblo de Israel. ¿Qué hacen los serafines?
      Toman cada día los libros de manos de Satán y los queman en el fuego encendido que se
      alza y eleva frente al trono de la gloria para no presentarlos ante el Santo, bendito sea,
      cuando, sentado sobre el trono del juicio, juzga a todo el mundo en verdad.
       
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              Radweriel, el guardián del libro de los recuerdos
      CAPÍTULO 27.
         1  Dijo  Rabí  Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel de Jehová, el príncipe de la
      presencia:
      ―Superior a los serafines hay un príncipe, exaltado sobre todos los príncipes, el más
      prodigioso de todos los sirvientes, cuyo nombre es Radweriel Jehová y a cuyo cargo
      están los archivos de los libros.
         2 El saca y lleva ante el Santo, bendito sea, el cofre de los escritos en cuyo interior
      se encuentra el libro de recuerdos; rompe los sellos del cofre, lo abre, saca los libros y los
      entrega ante el Santo, bendito sea. El Santo, bendito sea, los toma en su mano y los pone
      a la vista de los escribas para que los lean ante el tribunal supremo que está en lo alto del
      firmamento de Arabot, ante la corte celestial.
         3 ¿Por qué se llama Radweriel? Porque un ángel es creado por cada dicho que sale
      de su boca. El participa en los cánticos de los ángeles servidores y entona un canto ante el
      Santo, bendito sea, cuando llega el momento de decir «Santo».
       
                   Los «irin» y «qaddisin»
      CAPÍTULO 28.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Superiores  a  todos  éstos  hay  cuatro  grandes  príncipes  llamados  irin  y  qaddisin,
      elevados, honorables, temibles, amados, prodigiosos y gloriosos. Son superiores a todos
      los seres celestiales: como ellos no hay entre todos los príncipes celestiales, no tienen par
      entre todos los sirvientes, ya que cada uno de ellos equivale a todo el resto junto.
         2 Su morada está frente al trono de la gloria, su tribuna frente al Santo, bendito
      sea; así el resplandor de su morada es un reflejo del resplandor del trono de la gloria, y el
      esplendor de su apariencia es reflejo del esplendor de la Sekinah.
         3 Ellos son glorificados por la gloria del Poderoso y alabados por la alabanza de la
      Sekinah.
         4 y no sólo eso, sino que el Santo, bendito sea, no hace nada en su mundo hasta
      que consulta con ellos primero, y después de eso lo hace, pues está dicho: «Por decisión
      de los irin se dicta este fallo, y por orden de los qaddisin es la resolución» (Daniel 4,14).
         5 Dos son los (irin y dos los qaddisin. ¿Cómo permanecen ante el Santo, bendito
      sea? Se enseña que un ir permanece a un lado y un ir al otro; un qaddis a un lado y un
      qaddis al otro.
         6 Ellos exaltan siempre a los humildes: abajan a los orgullosos hasta el suelo y
      elevan a los humildes hasta lo alto.
       
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         7 Cuando el Santo, bendito sea, se sienta cada día en el trono del juicio y juzga al
      mundo entero, estando los libros de los vivos y los libros de los muertos abiertos ante él,
      todos los seres celestiales permanecen en pie ante él con temor, miedo, pavor y temblor.
      Cuando el Santo, bendito sea, se sienta en el trono del juicio para dictar sentencia, su
      vestido es blanco como la nieve, los cabellos de su cabeza como lana virgen y su manto
      entero como luz brillante. Todo él cubierto de justicia como de una cota de mallas.
         8  Irin  y  qaddisin  permanecen  ante  él  como  comisarios  ante  el  juez.  Elevan  y
      exponen cada causa, cierran el caso que llega a juicio ante el Santo, bendito sea, según se
      dice:  «La  sentencia  es  por  el  decreto  de  los  irin  y  la  demanda  por  la  palabra  de  los
      qaddisin» (Daniel 4,14).
         9 Unos argumentan, otros dictan sentencia en el tribunal supremo de Arabot. Unos
      realizan  interrogatorios  ante  el  Poderoso,  otros  cierran  los  casos  ante  el  Altísimo.
      Algunos, al terminar, descienden y ejecutan las sentencias en el mundo inferior, según
      está dicho: «Vi bajar del cielo un ir y un qaddis gritando con voz fuerte:
      Derribad el árbol, tronchad su ramaje, arrancadle el follaje, esparcid sus frutos; que huyan
      de su sombra las fieras y las aves de su ramaje» (Daniel 4,10-11).
         10  ¿Por  qué  se  les  llama  irin  y  qaddisin?  En  razón  de  que  ellos  santifican
      (maqdisin) el cuerpo y el alma con azotes de fuego en el día tercero del juicio, según se
      dice:  «En dos días nos hará revivir, al tercer día nos restablecerá  y viviremos en su
      presencia» (Oseas 6,2).
       
                 Descripción de una clase de ángeles
      CAPÍTULO 29.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:  
      ―Setenta nombres tiene cada uno de ellos, correspondientes a las setenta lenguas que
      hay en el mundo, y todos ellos están (basados) en el nombre del Santo, bendito sea. Cada
      nombre se halla escrito con estilete llameante sobre la terrible corona que está sobre la
      cabeza del alto y excelso rey.
         2 De cada uno de ellos surgen chispas y relámpagos. Cada uno está rodeado por
      cuernos de resplandor. De cada uno irradian luces, a cada uno lo rodean cabañas y tiendas
      de esplendor, de modo que ni siquiera los serafines y las hayyot, que son superiores a
      todos los seres celestiales, pueden contemplarlos.
       
           Los setenta y dos príncipes de los reinos y el príncipe del mundo  
               actuando ante el tribunal supremo del cielo
      CAPÍTULO 30.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
       
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      ―Siempre que el tribunal supremo toma asiento en lo alto, en el firmamento de Arabot,
      ninguno de los que están en el mundo puede hablar a excepción de aquellos grandes
      príncipes que son llamados Jehová por el nombre del Santo, bendito sea.
         2 ¿Cuantos son tales príncipes?
      Son los setenta y dos príncipes de los reinos que hay en el mundo más el príncipe del
      mundo, el cual habla en favor del mundo ante el Santo, bendito sea, todos los días cuando
      se abre el libro donde están reseñadas todas las acciones del mundo, según se ha dicho:
      «El tribunal tomó asiento y se abrieron los libros» (Daniel 7,10).
       
                La justicia, la misericordia y la verdad
                  están junto al trono del juicio
      CAPÍTULO 31.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando el Santo, bendito sea, se sienta en el trono del juicio, la justicia permanece a su
      derecha, la misericordia a su izquierda y la verdad ante él.
         2  Y  cuando  un  hombre  llega  a  juicio  ante  él,  surge  del  resplandor  de  la
      misericordia una especie de vara que queda quieta frente a él. Al punto cae el hombre
      sobre su rostro y todos los ángeles de destrucción tiemblan y se asustan por su causa,
      según se dice: «Su trono se fundará en la misericordia, y sobre él se sentará la verdad»
      (Isaías 16,5).
       
                  El cumplimiento de la sentencia  
                contra el malvado. La espada de Dios
      CAPÍTULO 32.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando el Santo, bendito sea, abre el libro, cuya mitad es fuego y la otra mitad llama,
      parten ellos de su presencia a cada instante para cumplir la sentencia contra los malvados
      por  medio  de  su  espada  desenvainada  cuyo  resplandor  luce  como  un  relámpago  y
      atraviesa el mundo de uno a otro confín, según se dice: «Ciertamente con el fuego de
      Jehová se hace justicia y con su espada sobre todo mortal» (Isaías 66,16).
         2 Todos los habitantes del mundo, de uno a otro confín, temen y tiemblan por su
      causa, cuando ven su espada, afilada como rayo, de la que surgen chispas y destellos del
      tamaño de las estrellas, según está dicho: «Cuando afile el rayo de mi espada y empuñe
      en mI mano la justicia haré venganza de mis enemigos y a quienes me aborrecen daré
      pago» (Deuteronomio 32,41).
       
              Los ángeles de misericordia, de paz y destrucción  
       
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              junto al trono del juicio. Los escribas. Los ángeles  
             que están junto al trono de la gloria y los ríos de fuego
      CAPÍTULO 33.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando  el  Santo,  bendito  sea,  se  sienta  en  el  trono  del  juicio,  los  ángeles  de
      misericordia permanecen a su derecha, los ángeles de paz a su izquierda y los ángeles de
      destrucción ante él.
         2 Un escriba está por debajo de él y otro escriba por encima.
         3 Los gloriosos serafines los rodean como antorchas en torno al trono de la gloria.
      Alrededor de ellos nubes de fuego y nubes de antorcha a derecha e izquierda. Las santas
      hayyot alzan el trono de la gloria desde abajo: cada una con tres dedos.
      La medida de la altura de los dedos de cada una es de ochocientas mil, setecientas mil y
      sesenta y seis mil parasangas.
         4 De por debajo de los pies de las hayyot manan y surgen siete ríos de fuego; cada
      río tiene una anchura de trescientas sesenta y cinco mil parasangas y una profundidad de
      doscientas  cuarenta  y  ocho  mil  miríadas  de  parasangas.  Su  longitud  es  insondable  e
      inmensurable.
         5 Cada río da un rodeo similar a un arco en las cuatro direcciones del firmamento
      de Arabot, cae y se detiene en Maón, desde Maón a Zebul, desde Zebul a Sejaquim, de
      Sejaquim a Raquía, de Raquía a Samáyim, y desde Samáyim sobre la cabeza de los
      malvados que están en la gehenna, según se ha dicho: «He aquí el huracán de Jehová: el
      furor  estalla  y  un  huracán  voltejea,  sobre  la  cabeza  de  los  malvados  gira»  (Jeremías
      23,19).
       
                 Los diferentes círculos concéntricos  
                 que hay alrededor de las «hayyot»
      CAPÍTULO 34.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Las pezuñas de los pies de las hayyot están rodeadas por siete nubes de brasa. Las
      nubes de brasa están rodeadas por siete murallas de llama. Las siete murallas de llama
      están rodeadas por siete murallas de antorcha, rodeadas de siete murallas de piedras de
      granizo (el-gabis).
      Por delante de las piedras de granizo rodean piedras de escarcha. Delante de las piedras
      de escarcha rodean piedras de «alas de huracán». Por delante de las piedras de «alas de
      huracán» rodean llamas de fuego. Delante de las llamas de fuego rodean cámaras de
      tempestad, y delante de las cámaras de tempestad rodean el fuego y el agua.
         2 Ante el fuego y el agua rodean los que dicen «Santo». Delante de los que dicen
      «Santo» rodean los que dicen «Bendito». Delante de los que dicen «Bendito» rodean
       
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      nubes  luminosas.  Delante  de  las  nubes  luminosas  rodean  brasas  de  retama.  Ante  las
      brasas de retama rodean campamentos de fuego y diez mil ejércitos de llama. Entre uno y
      otro campamento, así como entre uno y otro ejército, hay una nube envolvente para que
      no se quemen con el fuego.
       
           Los campamentos de los ángeles en el firmamento de Arabot.  
                 Los ángeles recitan la «qedussah»
      CAPÍTULO 35.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Quinientas seis mil miríadas de campamentos tiene el Santo, bendito sea, en lo alto del
      firmamento de Arabot. Cada campamento se compone de cuatrocientos noventa y seis
      mil ángeles.
         2 La estatura de cada ángel es como el gran mar; el aspecto de su apariencia, como
      el  del  relámpago; sus ojos, como antorchas de fuego; sus brazos y sus pies, como el
      estrépito de una multitud.
         3 Todos ellos permanecen ante el trono de la gloria en cuatro filas, estando los
      príncipes del ejército a la cabeza de cada fila.
         4 Unos entonan el «Santo», otros el «Bendito»; unos corren como mensajeros,
      otros quedan de servicio, según se ha dicho: «Mil millares le servían y diez mil veces
      diez mil estaban en pie ante él. El tribunal tomó asiento y se abrieron los libros» (Daniel
      7,10).
         5 Cuando llega el momento de decir «Santo», sale en primer lugar un viento de
      huracán  de  delante  del  Santo,  bendito  sea,  y  cae  en  el  campamento  de  la  Sekinah
      produciendo una gran conmoción entre ellos, pues está dicho: «He aquí el huracán de
      Jehová: el furor estalla y un huracán voltejea» (Jeremías 23,19).
         6 En ese momento mil miles de ellos se tornan chispas, mil miles de ellos se
      convierten en antorchas, mil miles se vuelven brasas, mil miles se tornan en llamas, mil
      miles se convierten en machos y mil miles en hembras, mil miles en vientos, mil miles en
      fuegos ardientes, mil miles en llamaradas, mil miles en chispas, mil miles en hasmallim
      de luz, hasta que reciben sobre ellos el alto y excelso yugo del reino de los cielos del
      creador de todos ellos con miedo, pavor y temblor, con conmoción, angustia, terror y
      trepidación.  
      Después de eso son restaurados a su primera forma para que siempre esté ante ellos el
      temor a su rey, de modo que su corazón esté dispuesto para decir «Santo» continuamente,
      según se ha dicho: «Y gritaban uno a otro diciendo: Santo, santo, santo...» (Isaías 6,3).
       
                El baño de los ángeles en el río de fuego  
                  antes de recitar el «cántico»
       
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      CAPÍTULO 36.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando los ángeles del ministerio desean entonar el cántico, el río de fuego (nehar di-
      nur) aumenta en unos cuantos miles de miles y miríadas de miríadas de fuerza y potencia
      de fuego fluyendo y pasando bajo el trono de la gloria entre los campamentos de los
      ángeles servidores y las tropas de Arabot.
         2 Todos los ángeles servidores descienden en primer lugar al río de fuego y se
      sumergen en el fuego, introduciendo en él su lengua y su boca siete veces; después de eso
      suben y se ponen una vestidura de mahaqe samal, se cubren con mantos de hasmal y
      permanecen en cuatro filas frente al trono de la gloria en cada cielo.
       
            Los cuatro campamentos de la «Sekinah» y sus alrededores
      CAPÍTULO 37.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―En los siete palacios permanecen cuatro carros de la Sekinah, y delante de cada uno
      hay cuatro campamentos de la Sekinah. Entre un campamento y otro fluye continuamente
      un río de fuego.
         2 Entre un río y otro hay nubes de resplandor que los rodean, y entre nube y nube
      están plantadas columnas de azufre. Entre columna y columna hay ruedas llameantes que
      las rodean, y entre rueda y rueda llamas de fuego que las rodean. Entre llama y llama hay
      depósitos de relámpagos que las rodean.
      Por detrás de los depósitos de relámpagos están las alas de huracán que los rodean. Por
      detrás de las alas de huracán están las cámaras de tempestad que las rodean. Detrás de las
      cámaras  de  tempestad  hay  vientos,  ruidos,  truenos,  chispas  (sobre)  chispas,  seísmos
      (sobre) seísmos que las rodean.
       
            El temor que sobrecoge a los cielos al sonido del «Santo»  
               hasta que el príncipe del mundo los calma
      CAPÍTULO 38.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Cuando los ángeles servidores dicen «Santo», todas las columnas de los cielos y sus
      bases se tambalean, las puertas de los palacios del firmamento de Arabot tiemblan, los
      fundamentos del universo (tebel)  y  de  Sejaquim  vacilan,  los  órdenes  de  Maón  y  las
      cámaras de Makón se estremecen, todos los órdenes de Raquía, las constelaciones y las
      estrellas se espantan, y las ruedas del sol y de la luna se apresuran a huir de sus cursos y
      corren doce mil parasangas intentando arrojarse a sí mismos del cielo.
         2 Todo ello a causa del trueno de su voz al cantar, del estrépito de su alabanza y de
      las chispas y rayos que salen de sus rostros, pues se ha dicho: «La voz de tu trueno sonó
       
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      en  el  torbellino;  alumbraron  el  orbe  relámpagos;  se  estremeció  y  retembló  la  tierra»
      (Salmos 77,19).
         3 Hasta que el príncipe del mundo los llama diciendo:
      ―¡Permaneced tranquilos en vuestro sitio! No temáis por causa de los ángeles servidores
      que entonan el canto ante el Santo, bendito sea, pues se ha dicho: «Cuando cantaban a
      coro las estrellas de la mañana y todos los hijos de Elohim aclamaban unánimes» (Job
      8,7).
       
               Los nombres inefables vuelan desde el trono y  
                las diversas huestes angélicas se postran  
               ante ellos en el momento de la «qedussah»
      CAPÍTULO 39.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Cuando los ángeles servidores dicen «Santo», todos los nombres inefables, que están
      grabados con una pluma llameante sobre el trono de la gloria, vuelan como águilas de
      dieciséis alas, circundan y rodean al Santo, bendito sea, por los cuatro lados del lugar de
      su Sekinah.
         2 Los ángeles del ejército, los ministros llameantes, los poderosos ofannim, los
      querubines de la Sekinah, las santas hayyot, los serafines, los erellim, los tafsarim, las
      tropas de fuego devorador, los ejércitos de fuego, las huestes llameantes y los santos
      príncipes ceñidos de coronas, revestidos de majestad real, cubiertos de gloria, rodeados
      de  esplendor,  armados  de  poder,  ceñidos  de  alteza,  caen  tres  veces  sobre  su  rostro
      diciendo: «Bendito sea el nombre de su glorioso reino para siempre jamás».
       
          Los ángeles servidores son recompensados con coronas cuando dicen  
         «Santo» correctamente, y castigados con fuego devorador si no lo hacen.  
           Nuevos ángeles creados en lugar de los consumidos por el fuego
      CAPÍTULO 40.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Cuando los ángeles servidores dicen «Santo» correctamente ante el Santo, bendito sea,
      entonces los sirvientes de su trono, los que atienden a su gloria, salen con gran alegría de
      debajo del trono de la gloria.
         2 Cada uno de ellos lleva en las manos miles de miles y miríadas de miríadas de
      coronas de estrellas, similares al aspecto brillante del planeta Venus, y las ciñen a los
      ángeles servidores y a los grandes príncipes, aquellos que dicen «Santo». Tres coronas
      ponen sobre cada uno de ellos: una corona por decir «Santo», otra corona por decir
      «Santo, santo» y una tercera corona por decir «Santo, santo, santo es Jehová Sebaot».
       
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         3 Cuando no dicen «Santo» correctamente, surge fuego devorador de delante del
      dedo meñique del Santo, bendito sea, cae en medio de sus filas, se divide en cuatrocientas
      noventa y seis mil miríadas de partes ―correspondientes a los cuatro campamentos de
      ángeles servidores― y los consume en un momento, según se ha dicho: «El fuego avanza
      ante él y abrasa en derredor a sus contrarios».
         4 Después de esto abre su boca el Santo, bendito sea, dice una palabra y crea a
      otros en su lugar; los nuevos son como ellos. Permanece cada uno cantando ante el trono
      de la gloria y dicen «Santo», pues se ha dicho: «Ellos son nuevos cada mañana: ¡qué
      grande es tu fidelidad!» (Lamentaciones 3,23).
       
                 Metatrón muestra a Rabí Yismael  
               las letras grabadas sobre el trono de la gloria
      CAPÍTULO 41.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Ven y mira las letras por las que fueron creados los cielos y la tierra, las letras por las
      que fueron creados mares y ríos, las letras por las que fueron creadas montañas y colinas,
      las  letras  por  las  que  fueron  creados  árboles  y  hierbas,  las  letras  por  las  que  fueron
      creadas estrellas y constelaciones, las letras por las que fueron creadas la rueda de la luna
      y la rueda del sol, Orión, las Pléyades y todos los diferentes luminares de Raquía,
         2 las letras por las que fueron creados el trono de la gloria  y las ruedas de la
      merkabah, las letras por las que fueron creadas las cosas que los mundos necesitaban,
         3 las letras por las que fueron creados sabiduría, entendimiento, conocimiento,
      prudencia, mansedumbre y rectitud en los que el mundo entero se sostiene.
         4 Yo caminaba junto a él y me tomó de la mano, me alzó sobre sus alas y me
      mostró aquellas letras, todas ellas grabadas con pluma llameante sobre el trono de la
      gloria. De ellas brotan chispas que cubren todas las cámaras de Arabot.
       
               Ejemplos de cosas opuestas que se equilibran  
            por algunos nombres divinos y otras maravillas similares
      CAPÍTULO 42.
          1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Ven y te mostraré dónde están suspendidas las aguas en lo alto, dónde se enciende el
      fuego en medio del granizo, dónde alumbran relámpagos en medio de montañas de nieve,
      dónde los truenos braman en las alturas celestiales, dónde se quema una llama en medio
      del fuego ardiente, dónde se hacen oír voces entre el trueno y el seísmo.
         2 Caminaba yo junto a él y me tomó de la mano, me alzó sobre sus alas y me
      mostró todas esas cosas. Contemplé las aguas suspendidas en lo alto del firmamento de
      Arabot por la fuerza del hombre Yah ehyeh aser ehyeh («Yah, yo soy el que soy», Éxodo
       
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      3,14) y sus frutos descendían de los cielos regando la superficie del mundo, pues está
      dicho:  «Riegas  los  montes  de  tus  moradas;  del  fruto  de  tus  obras  se  sacia  la  tierra»
      (Salmos 104,3).
         3 Vi fuego, nieve y piedras de granizo y entremezclándose sin sufrir perjuicio por
      la fuerza del nombre Es okelah («fuego devorador»), según se ha dicho: «Pues Jehová, tu
      Dios, es fuego devorador» (Deuteronomio 4,24).
         4 Vi relámpagos que brillaban en medio de montañas de nieve sin sufrir daño por
      la fuerza del nombre Yah sur olamim («Yah, la roca eterna»), como está dicho: «Pues en
      Yah, Jehová, está la roca eterna» (Isaías 26,4).
         5 Vi truenos y voces que rugen en medio de llamas de fuego sin sufrir daño por la
      fuerza del nombre El Sadday rabbah («el gran Dios todopoderoso»), según se ha dicho:
      «Yo soy Dios todopoderoso» (Génesis 17,1).
         6 Vi llamas ardientes que arden y brillan en medio de un fuego ardiente sin sufrir
      daño por la fuerza del nombre Yah al kes Yah («la mano sobre el trono de Yah»), pues se
      ha dicho: «Y dijo: pues la mano está sobre el trono de Yah» (Éxodo 17,16).
         7 Vi ríos de fuego en medio de ríos de agua sin sufrir menoscabo por la fuerza del
      hombre Oseh salom («pacificador»), según se ha dicho: «Pone paz en sus alturas» (Job
      25,2). Ya que él pone paz entre el fuego y el agua, entre el granizo y el fuego, entre el
      viento y la nube, entre terremoto y chispas.
       
               Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus  
         de los justos que aún no han sido creados y los creados que retornaron
      CAPÍTULO 43.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Ven  y  te  mostraré  dónde  están  los  espíritus  de  los  justos  que  fueron  creados  y
      retomaron y los espíritus de los justos que aún no han sido creados.
         2 Me alzó junto a él, me cogió de la mano me elevó cerca del trono de la gloria,
      cerca del lugar de la Sekinah. Me descubrió el trono de la gloria y me mostró aquellos
      espíritus  que  fueron  creados  y  retornaron,  los  cuales  estaban  volando  por  encima  del
      trono de la gloria ante el Santo, bendito sea.
         3  Después  de  esto  consideré  el  siguiente  versículo  de  la  Escritura  y  hallé  su
      interpretación, pues se ha dicho: «El espíritu se revestirá ante mí, y las almas que yo he
      hecho» (Isaías 57,16). «El espíritu se revestirá ante mí» se refiere a los espíritus que
      fueron creados en el cuerpo de las criaturas de los justos y que han retomado ante el
      Santo, bendito sea. «Y las almas que yo he hecho» se refiere a los espíritus de los justos
      que aún no han sido creados en el guf [literalmente: “cuerpo”].
       
               Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus  
       
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              de los malvados y de los intermedios en el «seol».  
              Los patriarcas oran por la liberación de Israel
      CAPÍTULO 44.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
      ―Ven y te mostraré dónde permanecen los espíritus de los malvados y los espíritus de
      los  intermedios,  y  adónde  descienden  los  espíritus  de  los  intermedios  y  adónde
      descienden los espíritus de los malvados.
         2 Y añadió:
      ―Los  espíritus  de  los  malvados  descienden  al  seol  por  medio  de  dos  ángeles  de
      destrucción que son Zaafiel y Simkiel.
         3 Simkiel está encargado de los espíritus de los intermedios a fin de protegerlos y
      purificarlos del pecado por la gran misericordia del Omnipresente. Zaafiel se encarga de
      que los espíritus de los malvados desciendan desde delante de la presencia del Santo,
      bendito sea, del esplendor de la Sekinah, al seol, para ser castigados en el fuego de la
      gehenna con látigos de carbón al rojo.
         4 Fui junto a él, me cogió de la mano, me alzó y me los señaló a todos con sus
      dedos.
         5 Observé que la apariencia de sus rostros era como de hombres y sus cuerpos
      como  águilas.  Y  no  sólo  eso,  sino  que  además  la  tonalidad  de  la  imagen  de  los
      intermedios era amarillenta a causa de sus obras, ya que en ellos quedan defectos hasta
      que son purificados de su pecado por medio del fuego.
         6 El tono de la imagen de los espíritus de los malvados era como el fondo de un
      puchero debido a la maldad de sus acciones.
         7 Contemplé los espíritus de los patriarcas: Abrahán, Isaac, Jacob y el resto de los
      justos a los que se había sacado de sus tumbas para subir al cielo (raqia). Ellos rezaban
      ante el Santo, bendito sea, diciendo en su oración: «¡Señor del universo! ¿Hasta cuándo
      vas a quedarte sentado en el trono como alguien que está de duelo, con tu mano derecha
      detrás de ti, sin liberar a tus hijos ni revelar tu reino en el mundo, sin compadecerte de tus
      hijos que se han convertido en esclavos entre las naciones del mundo, ni de tu mano
      derecha que está detrás de ti, con la cual extendiste los cielos y la tierra y los cielos de los
      cielos? ¿Cuándo te compadecerás?».
         8 Entonces el Santo, bendito sea, responde a cada uno de ellos diciendo: «Ya que
      estos malvados han pecado de tal y tal manera y han realizado tales y tales transgresiones
      contra mí, ¿cómo puedo yo liberar a mi gran mano derecha de la desgracia causada por
      ellos?»
         9 En ese momento me llamó Metatrón y me dijo:
      ―¡Siervo mío! Coge los libros y lee sus malas acciones. Al punto tomé los libros y leí
      sus  acciones.  Treinta  y  seis  transgresiones  se  encontraban  escritas  respecto  a  cada
      malvado, y aún más: habían transgredido todas las letras de la Torá, según se ha dicho:
       
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      «Todo Israel  ha  transgredido  tu  Ley  (et  torateka)»  (Daniel  9,11).  No  está  escrito  al
      torateka («sobre tu Ley»), sino et torateka («tu Ley»), porque transgredieron desde el alef
      hasta el tau, cuarenta estatutos por cada letra.
         10 Inmediatamente rompen en llanto Abrahán, Isaac y Jacob. Después les dice el
      Santo,  bendito  sea:  «Abrahán,  mi  amado;  Isaac,  mi  elegido;  Jacob,  mi  primogénito,
      ¿cómo puedo liberarlos  ahora  de  entre  las  naciones  del  mundo?».  Al  punto  Miguel,
      príncipe  de  Israel,  grita  y  llora  diciendo:  «¿Por  qué,  Jehová,  te  quedas  a  lo  lejos?»
      (Salmos 10,1).
       
                 Metatrón muestra a Rabí Yismael  
                los acontecimientos pasados y futuros
      CAPÍTULO 45.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Ven y te mostraré la cortina (pargod) del Omnipresente que se extiende ante el Santo,
      bendito sea, en la que están grabadas todas las generaciones del mundo y todas sus obras,
      tanto  las  que  ya  se  realizaron  como  las  que  se  realizarán  hasta  el  fin  de  todas  las
      generaciones.
         2 Fui y me indicó con los dedos, como un padre enseña a su hijo las letras de la
      Torá. Vi cada generación y los gobernantes de cada generación, las cabezas de cada
      generación,  los  pastores  de  cada  generación,  los  guardianes  de  cada  generación,  los
      opresores de cada generación, los azotes de cada generación, los inspectores de cada
      generación,  los  jueces  de  cada  generación,  los  magistrados  de  cada  generación,  los
      maestros  de  cada  generación,  los  soportes  de  cada  generación,  los  jefes  de  cada
      generación,  los  presidentes  de  academias  de  cada  generación,  los  magnates  de  cada
      generación,  los  príncipes  de  cada  generación,  los  defensores  de  cada  generación,  los
      nobles  de  cada  generación,  los  poderosos  de  cada  generación,  los  ancianos  de  cada
      generación y los guías de cada generación.
         3 Vi a Adán y su generación, sus obras y pensamientos; a Noé y su generación, sus
      obras y pensamientos; a la generación del diluvio, sus obras y pensamientos; a Sem y su
      generación, sus obras y pensamientos; a Nimrod y la generación de la torre de Babel, sus
      obras y pensamientos; a Abrahán y su generación, sus obras y pensamientos; a Isaac y su
      generación,  sus  obras  y  pensamientos;  a  Ismael  y  su  generación,  sus  obras  y
      pensamientos; a Jacob y su generación, sus obras y pensamientos; a José y su generación,
      sus  obras  y  pensamientos;  a  las  tribus  y  su  generación,  sus  obras  y  pensamientos;  a
      Amram y su generación, sus obras y pensamientos; a Moisés y su generación, sus obras y
      pensamientos.
         4 Vi a Aarón y a Miryam, sus obras y sus hechos; a los príncipes y los ancianos,
      sus obras y sus hechos; a Josué y su generación, sus obras y sus hechos; a los jueces y su
      generación, sus obras y sus hechos; a Elí y su generación, sus obras y sus hechos; a
      Pinjás, sus (?) obras y hechos; a Elcaná y su generación, sus obras y sus hechos; a Samuel
       
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      y su generación, sus obras y sus hechos; a los reyes de Judá y sus generaciones, sus obras
      y sus hechos; a los reyes de Israel y sus generaciones, sus obras y sus hechos; a los reyes
      de las naciones del mundo, sus obras y sus hechos; a los príncipes de Israel, sus obras y
      sus hechos; a los príncipes de las naciones del mundo, sus obras y sus hechos; a los
      presidentes de las academias de Israel, sus obras y sus hechos; a los presidentes de (las
      academias) de las naciones del mundo, sus generaciones, sus obras y sus hechos; a los
      gobernantes de Israel y su generación, sus obras y sus hechos; a los nobles de Israel y su
      generación,  sus  obras  y  sus  hechos;  a  los  nobles  de  las  naciones  del  mundo  y  su
      generación, sus obras y sus hechos; a los hombres famosos en Israel, su generación, sus
      obras y sus hechos; a los jueces de Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a los
      jueces de las naciones del mundo, su generación, sus obras y sus hechos; a los maestros
      de niños en Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a los maestros de niños en las
      naciones del mundo, su generación, sus obras y sus hechos; a los defensores de Israel, su
      generación,  sus  obras  y  sus  hechos;  a  los  defensores  de  las  naciones  del  mundo,  su
      generación, sus obras y sus hechos; a todos los profetas de Israel, su generación, sus
      obras y sus hechos; a todos los profetas de las naciones del mundo, su generación, sus
      obras y sus hechos.
         5 (Vi también) todos los combates y guerras que llevaron a cabo las naciones del
      mundo contra  el  pueblo  de  Israel  durante  su  reino.  Vi  al  mesías  hijo  de  José,  y  su
      generación, sus obras y sus hechos, que ellos realizarán contra las naciones del mundo.
      Vi al mesías, hijo de David, y su generación y todos los combates y guerras, las obras y
      los hechos que realizarán con Israel, ya para bien, ya para mal. Vi todos los combates y
      guerras que Gog y Magog librarán en los días del mesías y todo lo que el Santo bendito
      sea, hará con ellos en el tiempo venidero.
         6  Vi  a  todos  los  líderes  restantes  de  las  generaciones  y  todas  las  obras  de  las
      generaciones, tanto en Israel como en las naciones del mundo, tanto las que hicieron
      como las que se harán en el futuro, hasta todas las generaciones, hasta el final del tiempo:
      todo lo que está grabado en la cortina (pargod) del Omnipresente.
      Vi con mis propios ojos todas estas cosas. Después de verlo, abrí la boca  y dije en
      alabanza  del  Omnipresente:  «Porque  la  palabra  del  rey  es  soberana,  y  ¿quién  puede
      decirle:  Qué  haces?  Quien  observa  lo  preceptuado  no  experimenta  cosa  mala»
      (Eclesiastés 8,45). Y añadí: «Cuán numerosas son, Jehová, tus obras» (Salmos 14,24).
       
                 Rabí Yismael observa las estrellas
      CAPÍTULO 46.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―(Ven y te mostraré) el espacio de las estrellas, las cuales permanecen en Raquía noche
      tras noche, temerosas del Omnipresente, y (te enseñaré) adónde van y dónde se paran.
         2  Fui  junto  a  él,  me  cogió  de  la  mano  y  me  las  indicó  todas  con  sus  dedos.
      Permanecían en chispas de llamas alrededor de la merkabah del Omnipresente. ¿Qué hizo
       
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      Metatrón?  En  ese  momento  dio  una  palmada  y  las  apartó  a  todas  de  su  lugar.
      Inmediatamente echaron a volar con alas de llama y se elevaron huyendo desde los cuatro
      lados del trono de la merkabah) y (mientras volaban) me informó de los nombres de cada
      una, pues se ha dicho: «Él cuenta el número de las estrellas, a todas ellas llama por su
      nombre» (Salmos 147,4), enseñando que el Santo, bendito sea, dio un nombre a cada una
      de ellas.
         3  Bajo  la  guía  de  Rajatiel,  el  ángel,  entran  todas  ellas  por  enumeración  en  el
      Raquía de los cielos para servir al mundo y salen por enumeración para alabar al Santo,
      bendito sea, con cánticos e himnos, según se ha dicho: «Los cielos narran la gloria de
      Dios y la obra de sus manos pregona el firmamento (raqia)» (Salmos 19,2).
         4 Mas en el tiempo venidero el Santo, bendito sea, volverá a crearlas de nuevo,
      pues se ha dicho: «Son nuevas cada mañana» (Lamentaciones 3,23). Ellas abren la boca y
      entonan un cántico. ¿Qué cántico es el que entonan? «Cuando tus cielos miro» (Salmos
      8,3).
       
                 Metatrón enseña a Rabí Yismael  
                los espíritus de los ángeles castigados
      CAPÍTULO 47.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Ven y te  mostraré  las  almas  de  los  ángeles  y  los  espíritus  de  los  servidores  del
      ministerio cuyos cuerpos han sido consumidos en el fuego del Omnipresente, fuego que
      sale de su dedo meñique. Fueron transformados en brasas de fuego dentro del río de
      fuego (nehar di-nur), pero sus almas y espíritus permanecen detrás de la Sekinah.
         2 Siempre que los ángeles servidores entonan un cántico a deshora o que no es
      digno de Ser cantado, son quemados y consumidos por el fuego de su creador y por la
      llama de su hacedor en los lugares del viento de tempestad que sopla sobre ellos y los
      conduce al río de fuego. Se convierten allí en montañas y montañas de brasas. Pero sus
      almas y espíritus vuelven a su creador y permanecen todos ellos detrás de su dueño.
         3 Caminé junto a él, me cogió de la mano y me mostró todos los espíritus de los
      ángeles y las almas de los siervos del ministerio que permanecen detrás de la Sekinah
      sobre alas de tempestad y murallas de fuego que los rodean.
         4  Entonces Metatrón me abrió las puertas de las, murallas de fuego que están
      detrás de la Sekinah. Al punto alcé los ojos y los vi. Cada uno tenía apariencia como de
      ángel, pero sus alas eran como de ave, obra de llamas, trabajos de fuego ardiente. En
      aquella.
      Hora abrí la boca en alabanza del Omnipresente y dije: «Cuán grandes son tus obras, oh
      Jehová» (Salmos 92,6).
       
            Metatrón enseña a Rabí Yismael la mano derecha de Dios
       
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      CAPÍTULO 48 A.
         1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
      ―Ven y te mostraré la mano derecha del Omnipresente, que ahora está relegada detrás de
      él a causa de la destrucción del santo templo.
      Por ella brillan todas las clases de esplendor de las luminarias y por medio de ella fueron
      creados los novecientos cincuenta y cinco firmamentos.
      Ni siquiera a los serafines y ofannim les está permitido mirarla hasta que llegue el día de
      la salvación.
         2 Fui junto a él, me cogió de la mano, me alzó sobre sus alas y me mostró (la
      mano derecha de Dios, digna de) toda clase de alabanza, júbilo y cántico, de suerte que
      ninguna boca puede decir su alabanza y ningún ojo puede contemplarla a causa de su
      grandeza, dignidad, majestad, gloria y belleza.
         3 Y no sólo eso, sino que todos los espíritus de los justos que merecen ver la
      alegría de Jerusalén permanecen junto a ella. Ante ella dicen alabanzas y de ella piden
      misericordia repitiendo tres veces cada; día: «Despierta, despierta, revístete de fuerza, oh
      brazo de Jehová» (Isaías 21,9), pues se ha dicho: «El que desplazó hacia la diestra de
      Moisés su brazo glorioso» (Isaías 63,12).
         4 En aquella hora la mano derecha del Omnipresente estaba llorando. Fluían y
      salían  cinco  ríos  de  lágrimas  de  los  cinco  dedos  y,  cayendo  al  gran  mar,  hacían
      estremecerse al mundo entero, según se dice: «Estallará una y otra vez en añicos la tierra,
      se desmoronará una y otra vez la tierra, temblará una y otra vez la tierra, se tambaleará
      una y otra vez la tierra cual borracho y cabeceará como una choza» (Isaías 24,19.20),
      cinco veces, que corresponden a los cinco dedos de la gran mano derecha.
         5 Cuando ve el Santo, bendito sea, que no hay ningún justo en la generación,
      ningún piadoso en la tierra, ni hay justicia en las manos de los hombres ningún hombre
      como Moisés ni intercesor como Samuel que ruegue misericordia ante el Omnipresente
      por la salvación y la liberación, para que su reino sea revelado en el mundo entero, para
      que su gran mano derecha vuelva a colocarse de nuevo ante él para realizar, por medio de
      ella, una gran salvación para Israel,
         6  entonces  recuerda  al  punto  el  Santo,  bendito  sea,  su  propia  justicia,  favor,
      misericordia y gracia y libera para sí su gran brazo; su justicia lo sostiene, según se ha
      dicho: «Y vio que no había nadie» (Isaías 59,16) ―esto es: como Moisés, que pidió
      misericordia tantas veces en el desierto para Israel y apartó los decretos divinos de sobre
      ellos― «Y él estaba asombrado de que allí no hubiera intercesor» ―como Samuel, que
      intercedió con el Santo, bendito sea, y le llamó y le contestó, y el Santo, bendito sea,
      cumplió su deseo, incluso aunque no fuera apropiado, según se ha dicho: «¿No es hoy la
      siega de los trigos? Voy a invocar a Jehová» (1 Samuel 12,17).
         7 Y no sólo eso, sino que él se unió a Moisés en cada lugar, pues se ha dicho:
      «Moisés  y  Aarón  entre  sus  sacerdotes»  (Salmos  99,6).  Y  aún  más  dice  la  Escritura:
       
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      «Aunque se presentaran ante mí Moisés  y Samuel» (Jeremías 15,1) y «me salvó mi
      brazo» (Isaías 63,5).
         8 Dijo el Santo, bendito sea, en aquel momento:
      ―¿Hasta cuándo esperaré a los hijos del hombre para, en razón de su rectitud, realizar
      salvación por mi brazo? Por mí mismo, por mi mérito y justicia liberaré mi brazo y
      redimiré por medio de él a mis hijos de entre las naciones del mundo, pues se ha dicho:
      «Por mí lo hago pues ¿cómo puede ser profanado mi nombre?» (Isaías 48,11).
         9 En el momento en que revele el Santo, bendito sea, su gran brazo y lo muestre a
      las naciones del mundo ―su longitud es como la longitud del mundo, su anchura como la
      del mundo, el aspecto de su esplendor como el del sol con su potencia en la época del
      solsticio de verano―,
         10 entonces Israel será rescatado al punto de entre las naciones del mundo y se
      aparecerá a ellos el mesías, que los hará subir a Jerusalén con gran regocijo. Y no sólo
      eso, sino que también comerán y beberán, pues celebrarán el reino del mesías de la casa
      de David en los cuatro confines del mundo.  
      Las naciones del mundo no podrán contra ellos, pues se ha dicho: «Jehová ha desnudado
      su santo brazo, a los ojos de todos los pueblos, y verán todos los confines de la tierra la
      salvación de nuestro Dios» (Isaías 52,10). Y dice (también la Escritura): «Jehová solo le
      guía, no hay con él un el extraño» (Deuteronomio 32,12). «Y Jehová vendrá a ser rey
      sobre toda la tierra» (Zacarías 14,9).
       
             Los nombres divinos que salen del trono de la gloria
      CAPÍTULO 48 B
         1  Estos  son  los  nombres  del  Santo,  bendito  sea,  que  salen  adornados  con
      numerosas coronas de fuego, con numerosas coronas de llama, con numerosas coronas de
      hasmal,  con  numerosas  coronas  de  relámpago,  de  delante  del  trono  de  la  gloria.
      Acompañándolos van mil cientos de potestades que los escoltan como a un rey con honor
      y columnas de fuego, nubes y columnas de llama, relámpagos de luz y con el aspecto del
      hasmal.
         2 Gloria les dan y ellos contestan. Claman ante ellos: «Santo, santo, santo». Los
      hacen circular  a  través  de  cada  cielo  como  a  hijos  de  reyes  poderosos  y  honorables.
      Cuando los llevan de vuelta al lugar del trono de la gloria, entonces todas las hayyot, que
      están junto a la merkabah, abren la boca en alabanza de su glorioso nombre diciendo:
      «Bendito sea el nombre de su glorioso reino para siempre jamás».
       
                 Henoc transformado en Metatrón  
                y los privilegios que le son concedidos
      CAPÍTULO 48 C
       
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         1 Alef ―dijo el Santo, bendito sea― yo lo hice fuerte, yo lo tomé, yo lo designé: a
      Metatrón, mi siervo, que es único entre todos los seres celestiales. Lo hice fuerte en la
      generación del primer hombre.
      Pero cuando vi a los hombres de la generación del diluvio, que estaban corrompidos, me
      dispuse a alejar mi Sekinah de entre ellos. La elevé a lo alto entre el clamor de trompetas
      y aclamaciones, según se ha dicho: «Asciende Dios entre aclamaciones, Jehová al clamor
      de trompetas» (Salmos 47,6).
         2 Y lo tomé: a Henoc, el hijo de Yared, de entre ellos y lo ascendí, al clamor de
      trompetas y entre aclamaciones, a los cielos, para que me sirviera de testigo junto con las
      hayyot que están al lado de merkabah en el mundo futuro.
         3 Le confié todos los tesoros y depósitos que tengo en cada cielo, encomendándole
      las llaves de cada uno de ellos
         4 Lo hice príncipe sobre todos los príncipes, servidor del trono de la gloria, y lo
      coloqué sobre los palacios de Arabot para que me abriera sus puertas y (junto al) trono de
      la gloria para exaltarlo y arreglarlo.
      (Puse  a  su  cargo)  las  santas  hayyot,  para  que  ciñera  de  coronas  sus  cabezas,  los
      majestuosos  ofannim,  para  que  los  coronara  con  fuerza  y  gloria;  los  honorables
      querubines, para que los revistiera de majestad; las chispas radiantes, para que las hiciera
      brillar con esplendor y brillo; los llameantes serafines, para que los cubriera de alteza; los
      hasmallim de luz, para que los hiciera radiantes de luz.  
      (Le encargué) prepararme la sede cuando me siento en el trono de la gloria y ensalzar y
      magnificar mi gloria en lo alto de mi poder. (Le he transmitido) los secretos celestiales y
      los terrenales.
         5  He  elevado  sobre  todos  su  estatura.  Su  altura  ―entre  todos  (los  de  elevada
      estatura) ― es de setenta mil parasangas. Engrandecí su trono por la majestad de mi trono
      e incrementé su gloria por el honor de mi gloria.  
      Transformé su carne en antorchas de fuego y todos los huesos de su cuerpo en brasas de
      fuego. Hice que el aspecto de sus ojos fuera como el del relámpago y la luz de sus
      párpados como la luz imperecedera.
      Hice brillar su rostro como el esplendor del sol y sus ojos como el brillo del trono de la
      gloria.
         7 Di a su vestido honor y majestad y al manto que lo cubre belleza y alteza. (Le
      puse) una corona real de quinientas por quinientas parasangas. Le hice partícipe de mi
      honor y majestad y del esplendor de mi gloria que está sobre el trono de la gloria.
      Lo  llamé  Jehová  menor,  príncipe  de  la  presencia,  conocedor  de  secretos,  pues  cada
      secreto le revelé como un padre y cada misterio le declaré con rectitud.
         8 Fijé su trono a la puerta de mi palacio, el cual sirve para celebrar juicio con toda
      la corte celestial. A cada príncipe lo coloqué ante él, para que de él recibiera autorización
      para cumplir su voluntad.
       
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         9 Setenta nombres tomé de entre mis nombres y con ellos lo llamé para acrecentar
      su gloria. Setenta príncipes puse en sus manos, para que les encomendara mis preceptos y
      mis palabras en cada lengua: para abatir por medio de su palabra a los altaneros hasta el
      suelo, para exaltar por medio del dicho de su boca a los humildes hasta lo alto para herir a
      los reyes mediante su palabra, para apartar a los reyes de sus sendas, para establecer
      gobernadores sobre su dominio, según se ha dicho: «Él es quien hace cambiar tiempos y
      horas, depone reyes e instaura reyes» (Daniel 2,21); para dar sabiduría a todos los sabios
      del mundo, entendimiento y conocimiento a los inteligentes, según se dice: «Da sabiduría
      a los sabios y conocimiento a los inteligentes» (Daniel 2,21); para revelarles los secretos
      de mis palabras y enseñarles el decreto de mi justo juicio,  
         10 pues se dice: «Tal será mi palabra, que salga de mi boca; no volverá a mí de
      vacío, sin que haya realizado lo que yo deseaba» (Isaías 55,11).
      No se dice aquí e-eseh («Yo haya realizado»), sino asah («él haya realizado»), lo cual
      enseña que toda palabra y todo dicho que sale de delante del Santo, bendito sea, Metatrón
      está ahí y los lleva a cabo. El da cumplimiento a los decretos del Santo, bendito sea.
      [11 «Y llevará a feliz término lo que yo envío» (ibíd.). No se dice aquí asliab («llevaré a
      feliz término»), sino we―bisliab («él llevará a feliz término»), lo cual enseña que todo
      decreto que sale de delante del Santo, bendito sea, concerniente a un hombre, tan pronto
      como éste se arrepiente, ellos no lo ejecutan (sobre él), sino sobre otro hombre malvado,
      pues  se  dice:  «El  justo  de  la  angustia  será  librado  y  el  malvado  irá  en  su  lugar»
      (Proverbios 11,8)].
         12 Y no sólo eso, sino que además Metatrón se sienta cada día en los altos cielos
      durante tres horas y reúne a todas las almas de los fetos que murieron en el seno de su
      madre, de los lactantes que murieron sobre el pecho de su madre y de los escolares que
      murieron sobre los cinco libros de la Ley.  
      Los conduce bajo el trono de la gloria y los coloca en, compañías, divisiones y clases
      alrededor  de  la  Presencia.  Les  enseña  la  Ley,  los  escritos  sapienciales,  haggadá  y
      tradición y completa así su instrucción, según se ha dicho: «¿A quién va a enseñar ciencia
      y a quién explicará tradición? A los destetados de la leche, a los apartados de los pechos
      maternos» (Isaías 28,9).
       
          Los nombres de Metatrón. Los tesoros de sabiduría que se abrieron  
         para Moisés en el monte Sinaí. Protesta de los ángeles contra Metatrón  
           por revelar los secretos a Moisés. La cadena de la tradición y  
           el poder para curar enfermedades de los misterios transmitidos
      CAPÍTULO 48 D
         1  Setenta  nombres tiene Metatrón los cuales tomó el Santo bendito sea, de su
      propio nombre y se los puso a él. Tales nombres son:
       
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      Yahoel Yah, Yahoel, Yofiel, Yoffiel, Affiel, Margeziel, Gippuyel, Paaziel, Aah, Periel,
      Tatriel,  Tabkiel,  W  Jehová,  Dh,  Whyh,  Ebed,  Dibburiel,  Afapiel,  Sppiel,  Paspasiel,
      Senegron, Metatrón, Sogdin, Adrigon, Asum, Saqpam, Saqtam, Migon, Mitton, Mottron,
      Rosfim, Qinot, Hatatya, Degazyah, Pspyah, Bsknyh, Mzrg..., Barad..., Mkrkk, Msprd,
      Hsg, Hsb, Mtrttt, Bsyrym, Mitmon, Titmon, Pisqon, Safsafyah, Zrh, Zrhyah, B, Beyah,
      Hbhyah,  Pelet,  Pltyah,  Rabrabyah,  Hs,  Hasyah,  Taftafyah,  Tamtamyah,  Schasyah,
      Iruryah,  Alalyah,  Bazridyah,  Satsatkyah,  Sasdyah,  Razrazyah,  Bazrazyah,  Arimyah,
      Sbhyah,  Sbibkhyah,  Simkam,  Yahseyah,  Ssbibyah,  Sabkasbeyah,  Qalilqalyah,  Kihhh,
      Hhyh, Wh, Whyh, Zakikyah, Tutrisyah, Suryah, Zeh, Penirhyah, Zzih, Gal Razayya,
      Mamlikyah, Tityah, Emeq, Qamyah, Mekapperyah, Perisyah, Sefam, Gbir, Gibboryah,
      Gor, Goryah, Ziw, Okbar, Jehová menor ―según el nombre de su Señor, «porque mi
      nombre está en él» (Éxodo 23,21)― Rabibiel, Tumiel, Sagnesakiel, el príncipe de la
      sabiduría.
         2 ¿Por qué se llama Sagnesakiel? Porque todos los tesoros de sabiduría han sido
      confiados en sus manos.
         3 Todos esos tesoros fueron abiertos por él a Moisés en el Sinaí hasta que éste lo
      aprendió  durante  cuarenta  días,  cuando  estaba  en  la  montaña:  la  Torá  en  los  setenta
      aspectos de las setenta lenguas, los Profetas en los setenta aspectos de las setenta lenguas,
      los  Escritos  en  los  setenta  aspectos  de  las  setenta  lenguas,  las  halakot  en  los  setenta
      aspectos de las setenta lenguas, las tradiciones en los setenta aspectos de las setenta
      lenguas, las haggadot en los setenta aspectos de las setenta lenguas, las tosafot en los
      setenta aspectos de las setenta lenguas.
         4  Pero  tan  pronto  como  concluyeron  los  cuarenta  días,  lo  olvidó  todo  en,  un
      momento, hasta que llamó el Santo, bendito sea, a Yefifyah, el príncipe de la Torá, y (por
      medio de él) todo ello fue entregado a Moisés como un regalo, según se ha dicho: «Y
      Jehová me las entregó» (Deuteronomio 10,4).
      Después de eso permaneció con él. Y ¿de dónde sabemos que permaneció con él? Porque
      se ha dicho: «Acordaos de la Torá de Moisés mi siervo, a quien yo prescribí en el Horeb
      para todo Israel leyes y preceptos» (Malaquías 3,22). «La Torá de Moisés», esto es: la
      Torá, los Profetas y los Escritos, «Leyes», esto es: las halakot y tradiciones. «Preceptos»,
      esto es: las haggadot y las tosafot. Todo ello fue dado a Moisés en lo alto, en el Sinaí.
         5 Estos setenta nombres son un reflejo de los nombres inefables que están en la
      merkabah, grabados sobre el trono de la gloria, los cuales tomó el Santo, bendito sea, de
      sus propios nombres inefables, y los puso sobre el nombre de Metatrón. Setenta nombres
      suyos por medio de los cuales los ángeles servidores llaman al Rey de reyes de reyes,
      bendito sea, en los altos cielos. Veintidós letras que están en el anillo de su dedo con el
      que están sellados los destinos de los príncipes de los reinos que hay en lo alto con
      grandeza y poder con el que están sellados los lotes del ángel de la muerte y los destinos
      de cada nación y lengua.
         6 Dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia; el ángel, el príncipe de la
      Torá, el príncipe de la sabiduría; el ángel, el príncipe del entendimiento; el ángel, el
       
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      príncipe de los reyes; el ángel, el príncipe de los gobernantes; el ángel, el príncipe de la
      gloria; el ángel, el príncipe de los encumbrados y de los príncipes, los exaltados, grandes
      y honorables que hay en el cielo y en la tierra:
         7 ―Jehová, el Dios de Israel, es mi testigo en este asunto: cuando revelé este
      secreto a Moisés se irritaron contra mí las huestes todas de cada cielo en lo alto y me
      dijeron:
         8  «¿Por  qué  has  revelado  este  secreto  a  un  hijo  de  hombre,  nacido  de  mujer,
      corrompido e impuro, poseedor de una gota putrefacta?  
      El secreto por el cual fueron creados cielo y tierra, mar y tierra seca, montañas y colinas,
      ríos y manantiales, gehenna, fuego y granizo, el jardín de Edén y el árbol de la vida; por
      el cual fueron formados Adán y Eva, el ganado y las fieras salvajes del campo, las aves
      del cielo y los peces del mar, Behemot y Leviatán, gusanos y reptiles, los reptiles de mar,
      los reptiles de los desiertos; la Torá, la sabiduría, el conocimiento, el pensamiento, la
      comprensión de las cosas superiores y el temor de los cielos.  
      ¿Por qué has revelado esto a un ser de carne y hueso? ¿Has obtenido autorización del
      Omnipresente?  Y  más:  ¿has  recibido  permiso?».  Los  nombres  inefables  salieron  de
      delante de mí con relámpagos de fuego y hasmallim llameantes.
         9 Pero no se tranquilizaron ellos hasta que el Santo, bendito sea, los reprendió y
      los hizo salir con una amonestación de su presencia. Les dijo: «Yo me complací, deseé,
      confié y encargué a Metatrón, mi siervo, solamente; porque él es único entre todos los
      seres celestiales».
         10 Metatrón sacó los tesoros de su almacén y los transmitió a Moisés, Moisés a
      Josué, Josué a los ancianos, los ancianos a los profetas, los profetas a los miembros de la
      gran asamblea, los miembros de la gran asamblea a Esdras, Esdras el escriba a Hillel el
      viejo, Hillel el viejo a Rabí Abbahu, Rabí Abbahu a Rabí Zeíra, Rabí Zeíra a los hombres
      de fe, los hombres de fe (los transmitieron) para meditar y curar por medio de ellos toda
      enfermedad  que  se  desencadenase  en  el  mundo,  pues  está  dicho:  «Si  escuchas
      atentamente la voz de Jehová, tu Dios, obras lo recto a sus ojos, das oído a sus mandatos
      y observas todas sus leyes, no te impondré ninguna de las dolencias que impuse a los
      egipcios, porque yo soy Jehová, el que te cura» (Éxodo 15,26).
      Terminado y concluido.
       
                 Alabanza a Dios, Creador del mundo.