María a Santa Gertrudis La Grande de Alemania (Monasterio de Hefta):
«Hija mía, quiero que sepas que nada puede agradarme más que digas el saludo que me envió la Santísima Trinidad, y por el cual me elevó a la dignidad de Madre de Dios.
Por la palabra Ave, he aprendido que Dios me ha preservado de todo pecado y la miseria a la que ha estado sujeta la primera mujer, por Su poder.
El nombre María, que significa ‘Señora de la Luz’, muestra que Dios me ha llenado de sabiduría y luz, como una estrella brillante, para iluminar el cielo y la tierra».
«Las palabras llena eres de gracia, me recuerdan que el Espíritu Santo ha derramado tantas gracias sobre mí, que puedo dar estas gracias en abundancia a aquellos que las piden a través de mí.
Cuando las personas dicen el Señor es contigo, renuevas el gozo indescriptible que fue mío cuando el Verbo Eterno se encarnó en mi seno.
Cuando dices Bendita tú eres entre todas las mujeres, alabo la divina misericordia de Dios Todopoderoso que me ha elevado a este exaltado plano de felicidad.
Y a las palabras Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, todo el cielo se regocija conmigo al ver a mi Hijo Jesucristo adorado y glorificado por haber salvado a la humanidad».
Y al día siguiente se le apareció la Virgen María bajo la forma de un lirio de deslumbrante blancura, compuesto de tres hojas, una recta que se elevaba en medio y otras dos que estaban inclinadas a cada lado.
Con esta visión comprendió cómo la Santísima Virgen era llamada con todo derecho Lirio blanco de la Trinidad.
La hoja del medio representaba la omnipotencia del Padre, y las dos hojas inclinadas figuraban la sabiduría del Hijo y la bondad del Espíritu Santo, virtudes que la Virgen poseía en grado sumo.
Y le dijo que aquel que la proclamara «Lirio blanco de la Trinidad, Rosa resplandeciente que embellece el cielo», sentiría el poder que la omnipotencia del Padre le ha comunicado como Madre de Dios, admiraría la misericordia que la sabiduría del Hijo le ha inspirado para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad que el Espíritu Santo había encendido en Su corazón.
Y le prometió,
«A las almas que en vida Me hayan saludado con esta Oración, Me apareceré con gran resplandor en la hora de la muerte.
Además, cuando el alma se separe del cuerpo, Me manifestaré con una hermosura tan espléndida, que el alma sentirá un gran consuelo.
Y en ese instante, experimentará algo semejante a las alegrías del Paraíso».
Desde este día, Santa Gertrudis decidió saludar a la Virgen María a través de la Oración Ave María de Oro, que dice así,
«Dios te salve, María, Lirio blanco de la Gloriosa y siempre serena Trinidad.
Salve Rosa brillante del Jardín de las delicias celestiales.
Oh tú, de quien Dios quiso nacer y de cuya leche quiso nutrirse el Rey del Cielo, nutre nuestras almas con efusiones de gracia divina.
Amén»
Y Matilde de Hackeborn, la íntima amiga de Santa Gertrudis la Grande, un día mientras pensaba en su propia muerte, rogó fervientemente a la Madre de Dios que la ayudara en los últimos momentos de su vida.
Y Ella se le apareció y le dijo,
«Sí lo haré, pero quiero que tú, por tu parte, me reces cada día tres Avemarías».
Y le agregó,
«Con la primera, pedirás que, así como Dios Padre me elevó a un trono de gloria sin igual, haciéndome la criatura más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortalecerte e impulsarte, y aparte lejos de ti todo poder del enemigo.
Con la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista Yo en el trance de la muerte, para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error y la ignorancia.
Y con la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias»
Y la oración es esta,
«En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
María, Madre de Jesús y Madre mía, defiéndeme del mal en la vida y en la hora de la muerte,
Por el Poder que el Padre Eterno te ha concedido, Dios te salve María… y se recita toda la oración.
Por la Sabiduría que el Divino Hijo te ha concedido, Dios te salve María… etc.
Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo, Dios te salve María… etc.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén».
Y a Santa Gertrudis, la Santísima Virgen María prometió lo siguiente respecto a esta oración dictada a Santa Matilde,
«A cualquier alma que rece fielmente las Tres Avemarías, Yo me le apareceré en la hora de la muerte, con un esplendor de belleza tan extraordinaria, que llenará su alma con el consuelo celestial».
Ver más en la fuente:
https://forosdelavirgen.org/version-mas-potente-avemaria/
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