Dios no tiene meta final, siempre es el Camino, infinita es la renovación en Su constante Espíritu.
Ocuparse no es preocuparse, es hacer lo que surge a tu mano, sobretodo es orar constantemente, perseverar con paciencia, en Fé que no decae ni una milésima de segundo... porque es Dios mismo en forma de tú... y tú, ese tú que te crees falsamente, creyéndote algo.
Dios es de fuego lento... porque tiene toda la eternidad.
No hay un yo real que exista, es una fantasía... le robamos la personalidad, no hay dos, solo hay Dios.
Solo Dios basta.
"Ya no soy yo..." decía Pablo aludiendo a un nuevo estado: encarnando a Cristo, ese es El Camino.
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